lunes, 30 de octubre de 2017

POETAS CANARIOS (10) VUELVE A VER A SU AMIGO EL MAR. ALONSO QUESADA.

ALONSO QUESADA (1886-1925)


VUELVE A VER A SU AMIGO EL MAR

Hermano mar, he vuelto… ¡Tantos días
de soledad en el hogar enfermo!
¡Qué lentitud la de las horas! Este
reloj del comedor ¡tan viejo! Apenas
andaba, y luego el vaso del remedio
sobre la mesa sin vaciarse nunca…

Y ante nosotros el ropero obscuro,
donde guardamos nuestra pobre veste,
era, a la media noche, como un trasgo
que aguardaba un instante decisivo…

¿Cómo estará mi mar?… Y tus rumores
llegaron a mi lecho suplicantes,
y el infinito de tu azul sonoro
tenaz me reclamó… ¡Mas no podía,
que el corazón andaba por senderos
remotos, en un viaje aventurado,
y tuve miedo, hermano mar, de hallarme
cerca de la llanura subterránea!…

Mas hoy ya torno sin las fuerzas viejas,
único amigo, a confortar mi alma:
tú sabes que yo soy un pobre niño
de muy poca salud, y es necesario
que me prestes la ayuda de tus vientos
para llenar mi corazón vacío…

Hermano mar: tú cuidarás mi vida,
tú me devolverás la salud buena
y pondrás en mis ojos la luz fuerte
para los horizontes y los llanos…

Tú me darás del sol las fuentes rojas
en estas horas matinales, cuando
el viejo padre nos ofrece todo…
Y yo tendré la sangre primitiva…


Para saber más sobre el autor:
http://www.academiacanarialengua.org/archipielago/alonso-quesada/


miércoles, 25 de octubre de 2017

SOBRE LA POESÍA (22) FRAGMENTOS DE "HISTORIAL DE UN LIBRO". LUIS CERNUDA.

FRAGMENTOS DE “HISTORIAL DE UN LIBRO”. LUIS CERNUDA.


En otra ocasión he aludido a que me parecen existir, con respecto a la acogida que los lectores les dispensan, dos tipos de obras literarias: aquéllas que encuentran a su público hecho y aquéllas que necesitan que su público nazca; el gusto hacia las primeras existe ya, el de las segundas debe formarse. Creo que mi trabajo corresponde al segundo tipo, y la lentitud del mismo en parecer estimable (la cual, por cierto, corresponde a la lentitud, a que antes aludí, de mi desarrollo espiritual) ayudó a que, al publicarse La Realidad y el Deseo en 1936, contara ya con la simpatía de algunos lectores. Desgraciadamente, la guerra civil, que empezó poco después de aparecer el libro, impidió que pudiese darme cuenta de aquella simpatía naciente.

… Antes de dejar Cambridge, comencé “Vivir sin estar Viviendo”, que continué en Londres, adonde me fui en 1945. A partir de la lectura de Hölderlin había comenzado a usar en mis composiciones, de manera cada vez más evidente, el enjambement, o sea el deslizarse la frase de unos versos a otros, que en castellano creo que se llama encabalgamiento. Eso me condujo poco a poco a un ritmo doble, a manera de contrapunto: el del verso y el de la frase. A veces ambos pueden coincidir, pero otras diferir, siendo en ocasiones más evidente el ritmo del verso y otras el de la frase. Este último, el ritmo de la frase, se iba imponiendo en algunas composiciones de manera que, para oídos inexpertos podía prestar a aquéllas aire anómalo. En ciertos poemas míos, que constituyen un monólogo dramático, entre los cuales se encuentran algunas de mis composiciones preferidas, el verso queda como ensordecido bajo el dominio del ritmo de la frase. Desde temprano me agradó poco el verso de ritmo demasiado acusado, con su monotonía inevitable, y nunca quise usar, por ejemplo, el ritmo trocaico ni tampoco, uniforme en una composición, el verso dodecasílabo. Si en el verso hay música, mi preferencia se orientó hacia la “música callada” del mismo.


… Igual antipatía tuve siempre al lenguaje suculento e inusitado, tratando siempre de usar, a mi intención y propósito, es decir, con oportunidad y precisión, los vocablos de empleo diario: el lenguaje hablado y el tono coloquial hacia los cuales creo que tendí siempre. Las palabras de J.R. Jiménez, “Quien escribe como se habla irá más lejos en lo porvenir que quien escribe como se escribe”, me parecen una de sus máximas más justas. No digo que no se halle en mis versos excepción a estas preferencias que vengo indicando; no siempre puede el escritor, ni sabe, ser fiel a sus gustos, y también en poesía, como en todo, el azar nos conduce en ocasiones, no siempre mal, contra nosotros mismos. La relectura de mis versos, hecha recientemente, al corregir pruebas para la edición tercera de La Realidad y el Deseo, constituyó un ejercicio ascético, mortificante de la vanidad, ya que pocas composiciones parecían concertarse, y aún en éstas el concertamiento sólo era fragmentario, con las predilecciones estilísticas y preferencias expresivas que acabo de indicar…

sábado, 21 de octubre de 2017

POETAS CANARIOS (9) TOMÁS MORALES.

TOMÁS MORALES (1884-1921)


POEMAS DEL MAR.

Yo fui el bravo piloto de mi bajel de ensueño,
argonauta ilusorio de un país presentido,
de alguna isla dorada de quimera o de sueño
oculta entre las sombras de lo desconocido...

Acaso un cargamento magnífico encerraba
en su cala mi barco, ni pregunté siquiera;
absorta, mi pupila las tinieblas sondaba,
y hasta hube de olvidarme de clavar la bandera...

Y llegó el viento Norte, desapacible y rudo;
el vigoroso esfuerzo de mi brazo desnudo
logró tener un punto la fuerza del turbión;

para lograr el triunfo luché desesperado,
y cuando ya mi brazo desfalleció, cansado,
una mano, en la noche, me arrebató el timón...

Para leer más:


jueves, 19 de octubre de 2017

GRANDES POETAS (57) RIMA LXVI. GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER.

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER (1836-1870)

RIMA LXVI

¿De dónde vengo?... El más horrible y áspero
de los senderos busca;
las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura;
los despojos de un alma hecha jirones
en las zarzas agudas,
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.

¿Adónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas;
en donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.

Para leer más:


domingo, 15 de octubre de 2017

POEMAS PROPIOS (74) COMPROMISO.

COMPROMISO

Cuando cierre los ojos
y veas que una bandada
de pájaros emigra
sin orden ni concierto
en todas direcciones,
ahuécame en un bucle
al sur de la memoria.
No te nieves, recuerda
el pacto que firmamos
con mi sangre y la tuya:
sigue, la vida, sigue.
Nos vemos donde el mar,
al filo de una tarde.



POETAS CANARIOS (8) EL HUMILDE SENDERO. DOMINGO RIVERO.

DOMINGO RIVERO. (1852-1929)


EL HUMILDE SENDERO


Nunca aspiré a la gloria, ni me atrajo
de la fama el estruendo,
ni soñé que mi nombre
pueda en su libro recoger el tiempo.
De esa ambición mi corazón no sabe...

Pero cuando contemplo,
por la noche, del campo en el retiro,
el humilde sendero
que hollaron pobres pies que ya descansan,
borrado en parte, que blanquea a trechos,
a la luz de la luna, y que condujo
a un apartado hogar, ahora desierto,

mi terrena raíz se reverdece
y acaso a veces pienso
con humana emoción: así quisiera
que en la tierra quedara mi recuerdo.

Para leer más:


martes, 10 de octubre de 2017

GRANDES POETAS (56) BLAS DE OTERO. PIDO LA PAZ Y LA PALABRA.

 BLAS DE OTERO. (1916-1979)


PIDO LA PAZ Y LA PALABRA

Escribo
en defensa del reino
del hombre y su justicia. Pido
la paz
y la palabra. He dicho
«silencio»,
«sombra»,
«vacío»
etcétera.
Digo
«del hombre y su justicia»,
«océano pacífico»,
lo que me dejan.
                                  Pido
la paz y la palabra.

Para leer más:


viernes, 6 de octubre de 2017

GRANDES POETAS (55) LUIS CERNUDA. ELEGÍA ANTICIPADA.

LUIS CERNUDA (1902-1963)

ELEGÍA ANTICIPADA

Por la costa del sur, sobre una roca
alta junto a la mar, el cementerio
aquel descansa en codiciable olvido,
y el agua arrulla el sueño del pasado.

Desde el dintel, cerrado entre los muros,
huerto parecería, si no fuese
por las losas, posadas en la hierba
como un poco de nieve que no oprime.

Hay troncos a que asisten fuerza y gracia,
y entre el aire y las hojas buscan nido
pájaros a la sombra de la muerte;
hay paz contemplativa, calma entera.

Si el deseo de alguien que en el tiempo
dócil no halló la vida a sus deseos,
puede cumplirse luego, tras la muerte,
quieres estar allá solo y tranquilo.

Ardido el cuerpo, luego lo que es aire
al aire vaya, y a la tierra el polvo,
por obra del afecto de un amigo,
si un amigo tuviste entre los hombres.

Y no es el silencio solamente,
la quietud del lugar, quien así lleva
tu memoria hacia allá, mas la conciencia
de que tu vida allí tuvo su cima.

Fue en la estación cuando la mar y el cielo
dan una misma luz, la flor es fruto,
y el destino tan pleno que parece
cosa dulce adentrarse por la muerte.

Entonces el amor único quiso
en cuerpo amanecido sonreírte,
esbelto y rubio como espiga al viento.
Tú mirabas tu dicha sin creerla.

Cuando su cetro el día pasa luego
a su amada la noche, aún más hermosa
parece aquella tierra; un dios acaso
vela en eternidad sobre su sueño.

Entre las hojas fuisteis, descuidados
de una presencia intrusa, y ciegamente
un labio hallaba en otro ese embeleso
hijo de la sonrisa y del suspiro.

Al alba el mar pulía vuestros cuerpos,
puros aún, como de piedra oscura;
la música a la noche acariciaba
vuestras almas debajo de aquel chopo.

No fue breve esa dicha. ¿Quién pretende
que la dicha se mida por el tiempo?
Libres vosotros del espacio humano,
del tiempo quebrantasteis las prisiones.

El recuerdo por eso vuelve hoy
al cementerio aquel, al mar, la roca
en la costa del sur : el hombre quiere
caer donde el amor fue suyo un día.

Para leer más poemas del autor:




martes, 3 de octubre de 2017

POEMAS PROPIOS (72) INQUILINA.

LA INQUILINA

Cómo iba yo a saber
que habías optado
por habitar insomne
ovillada en la curva
al sur de mi memoria.

Lo supe porque en sueños
te vi que descendías
callada por la frente
para quedarte inmóvil
tendida allí a mi lado
diciéndome al oído.

Y porque al despertar
en plena madrugada
corrías a tu refugio
para que no pudiera
descubrir que los ojos
se te andaban lloviendo.


Imagen: Valeria Corvino.








lunes, 2 de octubre de 2017

POETAS CANARIOS (7) NICOLÁS ESTÉVANEZ. CANARIAS. (FRAGMENTO)

NICOLÁS ESTÉVANEZ (1838-1914)

CANARIAS (FRAGMENTO)

VII

La patria es una peña,
la patria es una roca,
la patria es una fuente,
la patria es una senda y una choza.

Mi patria no es el mundo;
mi patria no es Europa;
mi patria es de un almendro
la dulce, fresca, inolvidable sombra.

A veces por el mundo
con mi dolor a solas
recuerdo de mi patria
las rosadas, espléndidas auroras.

A veces con delicia
mi corazón evoca,
mi almendro de la infancia,
de mi patria las peñas y las rocas.

Y olvido muchas veces
del mundo las zozobras,
pensando de las islas
en los montes, las playas y las olas.

A mí no me entusiasman
ridículas utópias,
ni hazañas infecundas
de la razón afrenta, y de la Historia.

Ni en los Estados pienso
que duran breves horas,
cual duran en la vida
de los mortales las mezquinas obras.

A mí no me conmueven
inútiles memorias,
de pueblos que pasaron
en épocas sangrientas y remotas.

La sangre de mis venas,
a mí no se me importa
que venga del Egipto
o de la razas célticas y godas.

Mi espíritu es isleño
como las patrias rocas,
y vivirá cual ellas
hasta que el mar inunde aquellas costas.

La patria es una fuente,
la patria es una roca,
la patria es una cumbre,
la patria es una senda y una choza.

La patria es el espíritu,
la patria es la memoria,
la patria es una cuna,
la patria es una ermita y una fosa.

Mi espíritu es isleño
como las patrias costas,
donde la mar se estrella
en espumas rompiéndose y en notas.

Mi patria es una isla,
mi patria es una roca,
mi espíritu es isleño
como los riscos donde vi la aurora.

Para leer más poemas del autor: