PALMO A PALMO
El viento se cebaba con la parte
más débil de sus ojos;
quizás una vendetta,
tal vez sicario a sueldo
o cómplice o verdugo.
Pero salvo esa parte que el viento acorralaba
hiriéndola en el iris,
surcándole la frente,
cerrándole la boca,
sus ojos no cedían.
Sus ojos lanceaban la amargura,
atravesaban muros,
cercaban a las sombras,
encaraban azotes
de silencios y olvidos.
Sus ojos se ganaban la vida palmo a palmo.
Imagen: Suhair Sibai.