ENTREVISTA POR VICENTE MULEIRO Y EDUARDO PEGORILES PARA REVISTA EÑE,
CLARÍN, 11/03/06
-Políticamente sos un representante de la generación del 70. Un
sobreviviente, eso consta en tu experiencia personal y en tu poesía. ¿Cómo te
sitúa esto políticamente ante el mundo de hoy, ante el país de hoy, si
consideramos que tenías tantas expectativas de cambio?
-¿A quién le hacés la pregunta?
-A Juan Gelman.
-¿Al que escribe poesía o al
ciudadano?
-Al ciudadano y poeta. El poeta no te excluye del ciudadano.
-Y viceversa, pero yo creo que no
hay que mezclar las barajas. Lo digo porque alrededor de lo que he escrito —y
el mío no es el único caso— está esa gran confusión, que es el tema de ser
considerado como un poeta político.
-Aclaremos el equívoco...
-En ese campo en particular, yo
creo que la circunstancia exterior debe coincidir con la circunstancia del
corazón. Escucho discusiones en otros lados, no en nuestro país, sobre la
poesía de la experiencia y la poesía de la esencia, como si fueran opuestos.
Por eso, con un amigo poeta mexicano decidimos crear la escuela de la poesía de
la ex-esencia. En los años 60 con la Revolución Cubana se introdujeron varias
cosas, entre ellas una cantidad de panfletos horribles que exaltaban a la
revolución y nada tenían que ver con la poesía. En aquel entonces, para cierto
sector, si vos no escribías un poema político, estabas exiliado. Pero había
otro gran sector de poetas que creía lo contrario. Estaba también el tema de
las generaciones, los que en realidad se embarcaron por esa vía —en relación
con el conjunto de la sociedad argentina— no fueron los más, fueron los menos. De
cualquier lado que escribías, estabas condenado. Poner elementos sociológicos,
políticos y de análisis de lo literario —así se escribía en una época— también
es espurio, me parece. Porque en definitiva lo que importa no es ni aquello
sobre lo que el tipo escribe, ni la generación a la que pertenece, sino la
poesía que hace, la autenticidad de lo que hace.
-Te puede gustar o no lo que ese poeta escribe, pero la medida está en
esa autenticidad...
-Sobre este tema recuerdo un
viejo poema chino, un anónimo, que fue uno de los primeros que se pasó a la
escritura. Es un poema que habla de un pastor, son las cuatro de la mañana y
está nevando y él cuida el ganado. Sabe que su mujer está a diez mil li de
distancia. Diez mil li, en chino, es infinito, equivale al infinito. Sabe que
su mujer está cosiendo junto al fuego. Y el último verso dice que él escucha el
sonido de sus tijeras bajo la noche profunda. De ese tipo no se sabe a qué
generación poética perteneció, si era modernista o clásico, ni siquiera se sabe
cómo se llamaba. Pero era un poeta.
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