viernes, 26 de octubre de 2018

OPINAN LOS POETAS (4) JOAN MARGARIT.




















EPÍLOGO DE JOAN MARGARIT A: "AMAR ES DÓNDE". (FRAGMENTO)

Hasta ahora mi vida ha sido la poesía y continúa siéndolo. Nada ha tenido poder sobre mí si se me ha permitido escribirlo. Circunstancias que, sin la poesía, me habrían debilitado, con la poesía me han fortalecido. La lengua en la que hablo y la lengua en la que escribo los poemas es la misma. Así lo hicieron los poetas de quienes lo aprendí: Gabriel Ferrater o Philip Larkin. Otros, al contrario, acentúan la diferencia entre la lengua hablada y la lengua del poema, como es el caso de Josep Carner. Pero todos ellos me han enseñado que la inspiración, por lejano o extraño que parezca a veces el poema, no puede venir más que de la propia vida.

La lectura del poema, que es una operación muy parecida a la escritura, también se hace a través de la vida de la lectora o el lector. Por eso pienso que, antes de hacerlo de una manera erudita, se debe leer "de verdad" el poema. Al margen de significados, interpretaciones o análisis críticos, sin que nada interfiera, y menos las observaciones hechas desde muy lejos de la sencilla y profunda penetración de las palabras en nuestro ánimo. Dicho de otro modo: hay que quedarse solo con el poema…

…Si el poema conmueve lo hace a través de la vida del lector o de la lectora. Y lo hace, no a través de lo que es accesorio en el momento de la lectura, sino de lo que es primordial. Como si cada vida fuera un pozo desde el cual bajar a una única corriente de agua. El poeta baja desde el suyo. La única característica es que el buen poema llega a esta corriente profunda y el mal poema no baja lo suficiente, se queda siempre demasiado alto, en seco.

Una persona, aunque no tenga una gran cultura, si siente con emoción que lo que ha leído expresa algún aspecto de su conciencia o de su vida, es que entiende el poema…

GRANDES POEMAS (31) SENTADOS FRENTE AL FUEGO. JORGE TEILLIER.


















JORGE TEILLIER. CHILE. 1935-1996.

SENTADOS FRENTE AL FUEGO

Sentados frente al fuego que envejece
miro su rostro sin decir palabra.
Miro el jarro de greda donde aún queda vino,
miro nuestras sombras movidas por las llamas.

Ésta es la misma estación que descubrimos juntos:
a pesar de su rostro frente al fuego,
y de nuestras sombras movidas por las llamas.
Quizás si yo pudiera encontrar una palabra.

Ésta es la misma estación que descubrimos juntos:
aún cae una gotera, brilla el cerezo tras la lluvia.
Pero nuestras sombras movidas por las llamas
viven más que nosotros.

Sí, ésta es la misma estación que descubrimos juntos
–Yo llenaba esas manos de cerezas, esas
manos llenaban mi vaso de vino–.
Ella mira el fuego que envejece.

Del poemario: Ángeles y gorriones.1956.