“EL
VIENTO COMENZÓ A MECER LA HIERBA”. EMILY DICKINSON
NORDICA LIBROS, 5ª REIMPRESIÓN:
MARZO, 2014
EDICIÓN BILINGÜE
ILUSTRACIONES: KIKE DE LA RUBIA
SELECCIÓN Y PRESENTACIÓN: JUAN
MARQUÉS
TRADUCCIÓN: ENRIQUE GOICOLEA
“A TRAVÉS DE LA VENTANA”
Lo primero que llama, gratamente,
la atención es el esmero y buen gusto de los editores de esta antología bilingüe
de una de las grandes poetas de todos los tiempos. Unas originales y acertadas
ilustraciones “vivifican” los textos seleccionados y aportan a la publicación
un encomiable valor añadido.
Si algo cabe destacar de la obra
de esta singular poeta es la esmerada factura de sus composiciones, la aparente
sencillez de su verbo y una capacidad de observación que le permite llegar al “alma”
de las cosas.
Inevitablemente, la traducción no
puede recoger aspectos básicos de su modo de hacer. Por ejemplo, el uso de la
rima asonante tan frecuente en sus poemas:
The wind –tapped like a
tired Man-
And like a Host- “come
in”
I badly
answered-entered then
My residence whithin…
“Esos cascabeles que con su
tintineo dan ánimo en el camino”, como la propia autora manifestaba respecto al
uso de este recurso. O el inquietante uso de las mayúsculas en el original, así
como la frecuente ruptura del ritmo en aras a un modelo más amplio.
Probablemente se trate de la
poeta americana más rupturista e innovadora, junto con Walt Whitman, en la
poesía norteamericana del XIX.
“El viento comenzó a mecer la hierba” es el primer verso del poema
824 de esta antología. Amén de un título de enorme belleza lírica, todo el
poema resuma plasticidad, dramatismo y misterio.
Cayó una gigantesca gota de lluvia, y, luego,
como si las manos que sujetan los diques
se hubieran levantado,
las aguas rompieron el cielo,
pero pasaron por la casa de mi padre
y solo rompieron un árbol.
El misterio en el último verso.
La alusión a lo sobrenatural, el hecho milagroso. También en el segundo: “las manos que sujetan los diques. La
personificación de lo inanimado, el uso del diminutivo para remarcar el afecto,
la estructura dialógica, versos cortos que dan un aire de complicidad e
intensidad emocional.
¿De quién son esas camitas-les pregunté-
que en los valles están?...
La más pequeña, un poco más allá,
es de Margarita…
El miedo a la oscuridad, a la
noche, el temor a no despertar, es un sentimiento reiterado en la poesía de la
autora.
No debo inquietarme. Estás segura.
Nunca llegará esa noche
en que, asustada, corro a casa, a tu lado,
y encuentro las ventanas oscuras…
La reivindicación de lo
efímero, el valor de lo frágil, el detenerse en las cosas aparentemente
insignificantes pero bellas y llenas de vida.
Nadie conoce a esa pequeña rosa.
Podría haber sido una peregrina
si no la hubiera cogido yo de los caminos…
¡Ah, pequeña rosa, qué fácil,
para alguien como tú, morir!
Observación,
sensibilidad, penetración, reflexión, plasmación magistral. Esta parece ser la
secuencia en el modo de hacer de Emily Dickinson. En otros casos, abstracción,
reflexión, plasmación…
“La esperanza” es esa cosa con plumas
que se posa en el alma
y canta una canción sin letra
y nunca, nunca, se calla…
La muerte, la conciencia de un
final, ese “algo detrás de la puerta”
No es que morir nos duela tanto.
Es vivir lo que más nos duele…
Desde la más absoluta soledad,
ajena a movimientos literarios, tertulias, discusiones…Ocurre pocas veces, pero
ocurre. La poesía se encarna en una mujer o un hombre, y, no importa cuán
adversas sean las circunstancias, se
manifiesta, se revela en su esencia más pura, en su atemporalidad, en su
misterio más profundo. Es el caso de Emily Dickinson. Esta antología constituye
una excelente muestra.