jueves, 23 de junio de 2016

LECTURAS RECOMENDADES: EMILY DICKINSON. "EL VIENTO COMENZÓ"...


“EL VIENTO COMENZÓ A MECER LA HIERBA”. EMILY DICKINSON

NORDICA LIBROS, 5ª REIMPRESIÓN: MARZO, 2014

EDICIÓN BILINGÜE

ILUSTRACIONES: KIKE DE LA RUBIA

SELECCIÓN Y PRESENTACIÓN: JUAN MARQUÉS

TRADUCCIÓN: ENRIQUE GOICOLEA

“A TRAVÉS DE LA VENTANA”

Lo primero que llama, gratamente, la atención es el esmero y buen gusto de los editores de esta antología bilingüe de una de las grandes poetas de todos los tiempos. Unas originales y acertadas ilustraciones “vivifican” los textos seleccionados y aportan a la publicación un encomiable valor añadido.

Si algo cabe destacar de la obra de esta singular poeta es la esmerada factura de sus composiciones, la aparente sencillez de su verbo y una capacidad de observación que le permite llegar al “alma” de las cosas.

Inevitablemente, la traducción no puede recoger aspectos básicos de su modo de hacer. Por ejemplo, el uso de la rima asonante tan frecuente en sus poemas:

The wind –tapped like a tired Man-
And like a Host- “come in”
I badly answered-entered then
My residence whithin…

“Esos cascabeles que con su tintineo dan ánimo en el camino”, como la propia autora manifestaba respecto al uso de este recurso. O el inquietante uso de las mayúsculas en el original, así como la frecuente ruptura del ritmo en aras a un modelo más amplio.

Probablemente se trate de la poeta americana más rupturista e innovadora, junto con Walt Whitman, en la poesía norteamericana del XIX.

“El viento comenzó a mecer la hierba” es el primer verso del poema 824 de esta antología. Amén de un título de enorme belleza lírica, todo el poema resuma plasticidad, dramatismo y misterio.

Cayó una gigantesca gota de lluvia, y, luego,
como si las manos que sujetan los diques
se hubieran levantado,
las aguas rompieron el cielo,
pero pasaron por la casa de mi padre
y solo rompieron un árbol.

El misterio en el último verso. La alusión a lo sobrenatural, el hecho milagroso. También en el segundo: “las manos que sujetan los diques. La personificación de lo inanimado, el uso del diminutivo para remarcar el afecto, la estructura dialógica, versos cortos que dan un aire de complicidad e intensidad emocional.

¿De quién son esas camitas-les pregunté-
que en los valles están?...
La más pequeña, un poco más allá,
es de Margarita…

El miedo a la oscuridad, a la noche, el temor a no despertar, es un sentimiento reiterado en la poesía de la autora.

No debo inquietarme. Estás segura.
Nunca llegará esa noche
en que, asustada, corro a casa, a tu lado,
y encuentro las ventanas oscuras…

La reivindicación de lo efímero, el valor de lo frágil, el detenerse en las cosas aparentemente insignificantes pero bellas y llenas de vida.

Nadie conoce a esa pequeña rosa.
Podría haber sido una peregrina
si no la hubiera cogido yo de los caminos…
¡Ah, pequeña rosa, qué fácil,
para alguien como tú, morir!

Observación, sensibilidad, penetración, reflexión, plasmación magistral. Esta parece ser la secuencia en el modo de hacer de Emily Dickinson. En otros casos, abstracción, reflexión, plasmación…

“La esperanza” es esa cosa con plumas
que se posa en el alma
y canta una canción sin letra
y nunca, nunca, se calla…

La muerte, la conciencia de un final, ese “algo detrás de la puerta”

No es que morir nos duela tanto.
Es vivir lo que más nos duele…


Desde la más absoluta soledad, ajena a movimientos literarios, tertulias, discusiones…Ocurre pocas veces, pero ocurre. La poesía se encarna en una mujer o un hombre, y, no importa cuán adversas sean las circunstancias,  se manifiesta, se revela en su esencia más pura, en su atemporalidad, en su misterio más profundo. Es el caso de Emily Dickinson. Esta antología constituye una excelente muestra.

GRANDES POETAS (9) EUNICE ODIO...."Y ME ESTALLAN AL PECHO PALOMAS Y DESNUDOS"...




EUNICE ODIO. COSTA RICA. 1919-1974


POEMA TERCERO (CONSUMACIÓN)

I

Tus brazos
como blancos animales nocturnos
afluyen donde mi alma suavemente golpea.

A mi lado,
como un piano de plata profunda
parpadea tu voz,
sencilla como el mar cuando está solo
y organiza naufragios de peces y de vino
para la próxima estación del agua.

Luego,
mi amor bajo tu voz resbala,

Mi sexo como el mundo
diluvia y tiene pájaros,

Y me estallan al pecho palomas y desnudos.

Y ya dentro de ti
yo no puedo encontrarme,
cayendo en el camino de mi cuerpo,

Con sumergida y tierna
vocación de espesura,

Con derrumbado aliento
y forma última.

Tú me conduces a mi cuerpo,
y llego,
extiendo el vientre
y su humedad vastísima,
donde crecen benignos pesebres y azucenas
y un animal pequeño,
doliente y transitivo.

II

Ah,
si yo siquiera te encontrara un día
plácidamente al borde de mi muerte,
soliviantando con tu amor mi oído
y no retoñe...

Si yo siquiera te encontrara un día
al borde de esta falda
tan cerca de morir, y tan celeste
que me queda de pronto con la tarde.

Ah,
Camarada,
Cómo te amo a veces
por tu nombre de hombre
Y por mi cuello en que reposa tu alma.


Para saber más sobre su obra:

Para leer más poemas de la autora: