miércoles, 15 de marzo de 2017

POEMAS PROPIOS (44) QUE NO PRETENDA LA MUERTE...

QUE NO PRETENDA LA MUERTE…


Que no pretenda la muerte quedarse a dormir conmigo,
que no finja ser mi sombra, que no se acueste a mi lado;
ni yacerá entre mis sábanas ni en mí encontrará un aliado,
no cederé a sus antojos, seré su eterno enemigo.

En mí no hallará refugio, ni hospitalidad, ni abrigo,
se ponga mirando al techo o se ponga de costado
la trataré con desdén, la rechazaré indignado,
que no pretenda la muerte quedarse a dormir conmigo.

No le voy a consentir que duerma en mi compañía
ni a dejar que se insinúe o que se quite la ropa
ni de su astucia y embrujos aceptaré ser testigo.

Ni voy a darle la mano ni la besaré en la boca
ni admitiré la artimaña de su fingida alegría.
Que no pretenda la muerte quedarse a dormir conmigo.


 Imagen:Mark Rothko






LECTURAS RECOMENDADAS: SIETE CASAS VACÍAS. SAMANTA SCHWEBLIN.

SIETE CASAS VACÍAS

(Premio de Narrativa Breve Ribera del Duero)

AUTORA: SAMANTA SCHWEBLIN

Editorial: Páginas de Espuma. Madrid, 2015.

LOS SINUOSOS LÍMITES DE “LA NORMALIDAD”

B: Es lindo, sí, pero apenas lo suficientemente grande para una persona, o bueno, dos personas que sean realmente cercanas.
A: ¿Conoces a dos personas realmente cercanas?
                                                       
                                            Andy Warhol. La filosofía de Andy Warhol.


Ésta es una de las citas que sirven de pórtico a este libro de relatos de Samanta Schweblin del que tuvimos noticias a través de Mac, el personaje principal de “Mac y su contratiempo” de Enrique Vila-Matas. Una de los aspectos más apasionantes de la experiencia lectora consiste, cuando se hace posible, en ir tirando del hilo de la madeja de autores que los personajes, como es el caso, o el propio autor de la novela que estamos leyendo, cita, directa o indirectamente, como referencias de su propio proceso creativo.

Tirando de ese hilo llegamos a los originales y perturbadores relatos de “Siete casas vacías”. Resulta poco objetivo como criterio. No obstante, en nuestra experiencia lectora tiene una especial relevancia la constatación de que, ya desde el primer relato, resistimos el efecto de la ley de la gravedad. No que ésta no se cumpla, sino que oponemos resistencia a su cumplimiento sujetando firmemente el libro, sin duda porque hemos quedado atrapados en la trama y eso genera una expectativa que nos lleva a continuar leyendo con avidez.

Inquietante, perturbador, no exento de mordacidad e ironía, el modo en que la autora refiere en “Nada de todo esto” la lucha entre madre e hija por establecer los límites de “la normalidad” en una visita, una de tantas, a ver casas ajenas. El símbolo del azucarero y el modo en que la hija reacciona ante el requerimiento de la dueña de la casa invadida, deja ese sabor de desconcierto y admiración que suelen dejar las buenas historias. Algo que nos traspasa, nos conmueve, nos cuestiona y nos propende a la empatía con esa madre obsesionada con visitar una y otra vez casas ajenas:

— ¿Qué es lo que estás haciendo, mamá?
— ¿Cómo que qué estoy haciendo? —su estupor parece sincero.
—Sé exactamente qué es lo que estamos haciendo, pero acabo de darme cuenta de lo extraño que es. Mi madre no parece entender, pero responde, así que sabe a qué me refiero.
—Miramos casas —dice.

 Desconcertante, (aquí el humor, un humor peculiar, resulta un recurso cuya gradación va condicionando el desarrollo de la trama), resulta la lectura de “Mis padres y mis hijos”. Una historia en la que de nuevo los límites entre lo normal y lo anormal se diluyen generando esa sensación de desconcierto a la que aludimos anteriormente. ¿Qué es lo políticamente correcto? ¿Qué es la normalidad? ¿Qué condicionamientos e inhibiciones nos impiden aceptar ciertas actitudes de los otros? ¿Quién o quiénes son realmente los “anormales”? :

El caniche aparece llorando por lo bajo con la cola entre las patas. Marga lo alza y, mientras el perro la lame, ella frunce la nariz y le dice: «michiquititingo-michiquititingo». Charly la mira con la cabeza inclinada, quizá solo intenta entender. Entonces ella se vuelve en seco hacia él, alarmada, y dice: —
¿Dónde están los chicos?
—Estarán detrás —dice Charly—, en el jardín.
—Es que no quiero que vean así a sus abuelos.
Los tres giramos a un lado y al otro, pero no los vemos.


Impresionante “La respiración cavernaria”, para nosotros el mejor relato si tuviéramos que establecer un orden de preferencias. Tensión dramática sostenida a lo largo de toda la narración y una vez más estudiada gradación del sentimiento de angustia hasta alcanzar transmitir la sensación de terror. Una mujer tiene una lista en la que lleva apuntado todo lo que le resulta imprescindible tener en cuenta antes de morirse. Muerte que ansía pero que, pese a su deseo, no consigue que se produzca. El dolor por el fallecimiento de un hijo y la imposibilidad de asumirlo lleva a Lola a crearse un mundo insólito de sordidez, angustia, paranoia y sospecha que la atención de su marido no solo no consigue atenuar sino que contribuye a exacerbar el ánimo de la protagonista:

LA LISTA ERA PARTE DE UN PLAN: Lola sospechaba que su vida había sido demasiado larga, tan simple y liviana que ahora carecía del peso suficiente para desaparecer. Había concluido, al analizar la experiencia de algunos conocidos, que incluso en la vejez la muerte necesitaba de un golpe final. Un empujón emocional, o físico. Y ella no podía darle a su cuerpo nada de eso.

No menos intrigantes resultan el resto de los relatos que completan el libro. Mención especial de “Un hombre sin suerte”, incluido en esta edición aunque no forma parte de la concepción original. La apariencia, la desconfianza, los recelos, la pérdida de valores, conduce a un hombre a un final aciago aunque su intención no sea otra que la de hacer que una niña se sienta feliz el día de su cumpleaños.

“Pasa siempre en esta casa”; “Cuarenta centímetros cuadrados”, y “Salir” son los títulos del resto de relatos que conforman el libro de esta autora cuya lectura nos ha resultado gratificante y que recomendamos a otros posibles lectores con el deseo de que también ellos se sientan atrapados no solo por las historias que se narran sino también por el particular modo de narrar de la autora.

DATOS DE LA AUTORA:

Samanta Schweblin nació en Buenos Aires, Argentina, en 1978. Su primer libro, El núcleo del disturbio (2002), obtuvo los premios Haroldo Conti y Fondo Nacional de las Artes. El segundo, Pájaros en la boca (2009), fue distinguido con el premio Casa de las Américas y traducido a trece idiomas. Becada por distintas instituciones, vivió temporalmente en México, Italia, China y Alemania (Berlín), donde reside desde hace dos años. Fue seleccionada por la prestigiosa revista Granta como uno de los «mejores narradores en español» y ha obtenido recientemente el premio Juan Rulfo de Francia y el premio Ribera del Duero de Narrativa Breve por su último libro Siete casas vacías (2015).



















TRADUCCIONES PROPIAS (1) CHARLES BERNSTEIN. "TODO EL WHISKY DEL PARAÍSO"

TRADUCCIONES PROPIAS (1)

CHARLES BERNSTEIN, 1950.

TODO EL WHISKY DEL PARAÍSO

Ni por todo el whisky del paraíso
Ni por todas las moscas de Vermont
Ni por todas las lágrimas del sótano
Ni por un millón de viajes a Marte.

Aunque me pagaras con diamantes
Aunque me pagaras con perlas
Aunque me dieras tu anillo rosado
Aunque me dieras tus rizos.

Ni por todo el fuego del infierno
Ni por todo el azul del cielo
Ni por un imperio propio
Ni siquiera por la paz espiritual.

No, nunca, nunca dejaré de quererte
No hasta el último latido de mi corazón
Incluso entonces en mis letras y en mis canciones
Te querré para siempre.

Traducción: José Miguel Junco.



CHARLES BERNSTEIN, 1950

ALL THE WHISKEY IN HEAVEN

 Not for all the whiskey in heaven
Not for all the flies in Vermont
Not for all the tears in the basement
Not for a million trips to Mars

Not if you paid me in diamonds
Not if you paid me in pearls
Not if you gave me your pinky ring
Not if you gave me your curls

Not for all the fire in hell
Not for all the blue in the sky
Not for an empire of my own
Not even for peace of mind

No, never, I’ll never stop loving you
Not till my heart beats its last
And even then in my words and my songs
I will love you all over again.


Selected poems of Charles Bernstein
Farrar, Straus and Giroux

March 2010.