miércoles, 13 de julio de 2016

LECTURAS RECOMENDADAS: LAS TRANSICIONES. VICENTE VALERO.




 “LAS TRANSICIONES” VICENTE VALERO.

EDITORIAL PERIFÉRICA (Cáceres, 2016)

LA ESPITA DE LOS RECUERDOS

Uno de los méritos de esta novela consiste en servir de espita para rememorar nuestros propios recuerdos referidos a las “dos transiciones” a las que se alude: el paso de la infancia a la adolescencia, como experiencia individual, y el no menos significativo salto histórico desde la dictadura a la democracia.

A los que ya vamos teniendo una edad, la evocación, por parte del narrador y coprotagonista, del paso de la infancia a la adolescencia, junto a acontecimientos que a la postre resultaron ser decisivos en el devenir histórico (atentado a Carrero Blanco, día de la muerte de Franco, coronación de Juan Carlos como rey), hace que, en paralelo, vayamos “escribiendo” o mejor “reescribiendo” nuestra propia evocación.

El fallecimiento de uno de los cuatro amigos de la infancia, Ignacio, sirve de detonante para que a partir de la ceremonia del funeral y posterior entierro, el narrador, un niño apenas al morir Franco, reviva, junto con los otros dos amigos supervivientes, aquellos años de infancia y adolescencia.

Don Luis leía en el instante de mi llegada…aquel socorrido texto del profeta Ezequiel en el que los huesos secos de los muertos vuelven milagrosamente a animarse,…

Hijos de la burguesía Ibicenca, cuyas familias se habían beneficiado de la especulación surgida con el boom turístico, comparten colegio de obediencia católica en la infancia y traban una amistad de esas que, aun separados por los aconteceres de la vida, queda fija en la memoria para siempre.

¿A quién no le ha conmovido alguna vez comprobar cómo los afectos de la infancia de mantienen con el paso del tiempo, continúan en nosotros, como vínculos indestructibles, protegidos en algún rincón de la memoria o del corazón, aunque la relación haya terminado?...

El descubrimiento del desnudo femenino a través de revistas que clandestinamente circulaban por las aulas, una educación autoritaria destinada a preservar el orden establecido, el desconocimiento casi absoluto de la realidad política subyacente, el paso a la adolescencia y el recuerdo de hechos históricos cuya trascendencia real se desconoce.
Don Alfonso, el entrañable abuelo de Ignacio, …se levantó también, como nosotros, antes que todos los demás, cogió una silla…y la estampó con todas sus fuerzas contra la televisión, al tiempo que lanzaba también de su boca espumeante una no menos inesperada exclamación: ¡maldito Franco!

Un estilo fluido para una historia lineal en la que son continuos los movimientos hacia atrás y hacia adelante, presente y pasado retroalimentándose, que consigue atraparnos y que, como referíamos anteriormente, tiene el efecto de provocarnos la rememoración de nuestro propio pasado aunque los tiempos cronológicos no sean exactamente los mismos, ni el mismo “el bando” desde el que se narran las vivencias.

Y sin embargo, algo en común, algo peculiar en los aconteceres históricos de “este bendito país”, algo que vincula nuestra infancia y adolescencia con la de los personajes, nos hace sentir, al tiempo, interesados y cómplices.

Conocíamos al autor por su excelente poesía. Grata es también la impresión que nos deja como novelista.

Para saber sobre su poesía: