REPLIEGUE
No podría decir con propiedad
la fecha del comienzo del repliegue,
así es que descartaba en su mundo interior
grandes celebraciones
y otras cuitas.
En su mundo interior el repliegue tenía el sabor del salitre
y el vaivén de las olas rompiendo sin cesar contra la arena
y un montón de recuerdos deslizándose
entre los meridianos de los hombros.
La frente poco a poco se le iba replegando,
la boca, sin control, se le iba replegando,
las piernas, muy cansadas, se le iban replegando,
el corazón, tan niño, se le iba replegando,
el alma, tan audaz, se le iba replegando.
Hasta que supo que había llegado tiempo
de retomar el ritmo de la vida en su mundo interior,
en ese extraño albergue donde los sueños se confunden,
donde es otra la luz y otro el crepúsculo
y se mezclan memorias y se habla otro lenguaje.
Ahora, cuándo empezó el repliegue eso sí que no lo podía
jurar,
ni cuándo fue que el corazón ya no va más se dijo,
ni cómo es que se sabe que toca retirada,
ni qué ruta nos lleva a mundos interiores.
Imagen: Montserrat Gudiol.