"LOS PERROS NEGROS"
AUTOR: IAN MCEWAN
EDITORIAL ANAGRAMA
TRADUCCIÓN: MARIBEL DE JUAN
RAZÓN Y DESASOSIEGO
Una de las características más
notables en la novelas de Ian McEwan es la de hacer que sus personajes
enfrenten las consecuencias de esos traumas infantiles que por inesperados, y
por la poca madurez que se tiene cuando
golpean, marcarán en gran medida el resto de sus vidas.
Es el caso de Jeremy, un hombre
que perdió a sus padres en un accidente cuando tenía apenas ocho años. Esa
tragedia lo llevará a buscar en otras personas mayores, los padres de sus
amigos, un referente que de algún modo pueda paliar la ausencia:
Desde que perdí a mis padres en un accidente de carretera cuando tenía
ocho años, he tenido los ojos puestos en los de otras personas.
Esta tendencia se repetirá
involucrándose en la vida de sus suegros: June y Bernard Tremaine cuya
biografía ha decidido escribir:
Y justo cuando ya no los necesitaba adquirí unos padres en forma de
suegros, June y Bernard Tremaine. Pero no había hogar. Cuando los conocí vivían
en países distintos y apenas se hablaban.
Estamos en el marco de la segunda
guerra mundial, June y Bernard, una lingüista atractiva e inquieta, y un
entomólogo con un planteamiento de la vida abiertamente racional, tras casarse,
deciden afiliarse al partido comunista convencidos de que es la mejor manera de
contribuir a la reconstrucción de un mundo distinto tras la desolación y la
barbarie de la guerra:
En 1946 emprendieron un tardío y largo viaje de bodas que les llevó a
Francia, y tras el cual vivieron toda su vida separados, aunque nunca se
divorciaron.
La novela está dividida en cuatro
apartados en los que, siguiendo un orden cronológico, el narrador va contando
en primera persona los avatares que se van sucediendo desde el accidente de sus
padres hasta el desenlace final en el que los
perros negros, según parece mencionados por Churchill como metáfora de
depresión, tienen un protagonismo relevante.
El modo en que Ian McEwan traza
el perfil psicológico de los personajes y los distintos matices que esa forma
de ser los conduce a actuar como lo hacen, es otro de los rasgos distintivos en
la manera de hacer del autor.
En el viaje aludido que emprende
la pareja se producirá un cambio decisivo en su visión de la vida y en su
posterior relación.
June llegó a Dios en 1946 a través de un encuentro con el mal en la
forma de dos perros.
Esta experiencia resultará
determinante, ya que como consecuencia de la misma June emprenderá un viaje
hacia su interior que la llevará a aislarse del mundo; aislamiento que se hará
definitivo al sobrevenirle una grave enfermedad que la conducirá a una
residencia de ancianos.
Bernard no consigue entender este
rapto idealista de su mujer y, aunque termina desencantándose y abandonando el
partido, a partir de la invasión de Hungría por las tropas soviéticas, su mente
racionalista y sistemática le impide comprender el giro que se opera en June:
En compañía de Bernard siempre he tenido la sensación de que faltaba un
elemento en su visión del mundo y que era June quien tenía la clave. La
seguridad del escepticismo de Bernard y su invencible ateísmo me hacían
recelar; era demasiado arrogante, demasiadas cosas quedaban excluidas, negadas.
Es en la dialéctica de esos
cambios, de esas transformaciones, en la que transcurre la trama, con tres
acontecimientos narrados de manera admirable: la entrevista del narrador con
June en la residencia de ancianos, la visita apresurada a Berlín de Jeremy y Bernard justo cuando está cayendo
el muro, y el viaje de Jeremy a Saint Maurice de Navacelles.
Será en este último capítulo en
el que Jeremy podrá conocer de primera mano la historia de los perros negros, lo que de algún modo le permitirá poner fin a la
biografía que está escribiendo. Y siempre resonando en su interior las palabras
de June en el último encuentro que celebraron en la residencia de ancianos:
«Jeremy, aquella mañana me topé cara a cara con el mal. No lo sabía en
ese momento pero lo intuí en medio de mi miedo; aquellos animales eran la
creación de imaginaciones envilecidas, de espíritus pervertidos que ninguna
teoría social podría explicar. El mal del que te estoy hablando vive en todos
nosotros”…