SOBRE POESÍA (3)
ROBERTO JUARROZ:
POESÍA Y CREACIÓN. DIÁLOGOS CON GUILLERMO BOIDO. (FRAGMENTO)
Quizá podamos iniciar esta conversación rescatando algunos rasgos
fundamentales de lo que llamamos poesía moderna, desde la perspectiva de su
óptica personal. En primer lugar: ¿es posible definir la poesía?
—Hay en la tradición del budismo
Zen una anécdota, atribuida a Basho, con la que tal vez pueda contestar su
pregunta. He estado explicando Zen toda mi vida, confesó una vez Basho, y, sin
embargo, nunca he podido comprenderlo. Pero, dijo su interlocutor, ¿cómo puede
usted explicar algo que no entiende? Oh, exclamó Basho, ¿también tengo que
explicarle eso?
Definir la poesía es una
imposibilidad, una utopía, algo que no puede hacerse. Yo preguntaría: ¿se puede
definir la vida? ¿Se puede definir la muerte, la música, el amor? Sueño de una
definición.
Quizás esto le hizo decir a Novalis que la crítica de la poesía es
un absurdo. No en vano, en el siglo XVIII el padre Feijóo, al referirse a la
poesía, hablaba de ese no sé qué. Y no hace mucho Pedro Salinas decía: Todo
comentario a una poesía se refiere a elementos circundantes a ella: estilo,
lenguaje, sentimientos, aspiraciones, pero no a la poesía misma.
La poesía es una aventura hacia lo absoluto.
Es decir: la explicación de lo que no se comprende —en este caso, la poesía—
sólo es posible por un único camino, la creación.
La creación sólo es explicable
por la creación, así como el amor sólo es explicable o comprensible o ubicable
por el amor. Basho vivía el Zen, lo creaba diariamente, se creaba en esa
dimensión del espíritu en busca de lo absoluto. Y hay algo que los textos no
señalan, pero que nosotros sabemos: Basho era, también, uno de los más grandes
poetas de su tiempo. La única manera de recibir una creación, escribí alguna
vez, es crearla de nuevo. Tal vez, crearse con ella.