lunes, 4 de julio de 2016

POEMAS PROPIOS (13) BARCOS

BARCOS


Cuando veas que en la noche
a la costa los barcos se aproximan,
no esperes a que atraquen,
ni te sorprendas si navegan solos.
Es la forma que adquieren
los sueños incumplidos,
las pasiones frustradas,
los náufragos que un día
le siguieron la estela a las gaviotas,
los que locos de amor equivocaron
el rumbo en las mareas.
Por eso, si de noche
a la costa los barcos se aproximan,
no esperes a que atraquen,
ni te sorprendas si navegan solos.

Del poemario inédito: “Instinto”


Imagen: Géricault



LECTURAS RECOMENDADAS: EL MALOGRADO. THOMAS BERNHARD.




LECTURAS RECOMENDADAS: EL MALOGRADO. THOMAS BERNHARD.

EDITORIAL: ALFAGUARA
TRADUCCIÓN: MIGUEL SÁENZ
MADRID, 2014.

“EL SÍNDROME DE SALIERI”

¿Qué es lo que lleva a un artista notable a poner un punto y final a su vocación cuando descubre que otro artista tiene un don que lo convierte en insuperable?

¿Por qué no nos es posible aceptar, sin traumas, que aun siendo nuestro trabajo, nuestro arte, digno y sobresaliente, puede haber otros que lo ejecuten de un modo superlativo?

¿Cómo explicar, al igual que ocurre con Antonio Salieri en la película “Amadeus”, que alguien pueda pasar el resto de su vida obsesionado por la presencia, real o virtual, de ese otro cuyas destrezas artísticas nunca podremos alcanzar?

Estas son algunas de las interrogantes que nos suscita la lectura de “El malogrado” de Thomas Bernhard.

Tres aspirantes a pianistas virtuosos (el propio narrador, Wertheimer y Glenn Gloud),  coinciden en un curso impartido por un reputado maestro y pronto descubren que uno de ellos, Glenn Gould, tiene un don especial para tocar el piano que pone en evidencia los límites de los otros dos. Se hacen amigos y a la vez se plantea entre ellos una extraña relación en la que uno de ellos, Glenn Gould, acaba retirándose de toda actividad pública y se dedica a perfeccionar obsesivamente su arte; Whertheimer se refugia en las ciencias del espíritu y el narrador en la filosofía.

…Hubiera tenido que tocar mejor que Glenn, pero eso no era posible, quedaba excluido, y por consiguiente renuncié en un momento a tocar el piano…

Con un estilo puntilloso, y reiterativo, el autor narra el acontecer de los tres amigos hasta que uno de ellos, Wherteimer, acaba suicidándose cerca de donde vive su hermana que lo ha abandonado para casarse con un millonario.

A la obsesión que los persigue tras el fracaso en su vocación inicial, se une la obsesión del narrador por desligarse de cualquier sentimiento de culpa en relación con el suicidio de su amigo, y a la no menos abrumadora obsesión por escribir un libro sobre Glenn Gould.

…Whertemimer tuvo que matarse, me dije, no tenía ya futuro. Había vivido hasta el final, había existido por completo…

¿Es posible evitar el suicidio de alguien que parece determinado a llevarlo a cabo en cualquier momento? ¿Es posible la amistad entre dos personas cuando una, en este caso Wherteimer, impone siempre su infelicidad como tema único de conversación y “obliga” al amigo a seguir sus pautas?

Wherteimer probablemente había sido en realidad feliz, porque tenía continuamente conciencia de su infelicidad, podía alegrarse de su infelicidad. El pensamiento no me pareció de pronto absurdo en absoluto…

¿Tiene sentido tanta obcecación con el trabajo creativo cuando al fin y a la postre todo será pasto del olvido? ¿Tiene sentido tanta grandeza de pensamiento? ¿Tiene sentido la propia vida?

Básicamente todos somos capaces de todo, y básicamente también fracasamos en todo, decía, pensé…Estudiamos una obra inmensa, por ejemplo la obra de Kant, y con el tiempo se reduce a la cabecita prusiano-oriental de Kant y a un mundo totalmente vago de noche y niebla, que acaba en el mismo desamparo que todos los demás.