DEL LIBRO DEL POETA MARK STRAND: “SOBRE NADA Y OTROS
ESCRITOS”.
ABECEDARIO DE UN POETA
…I de inmortalidad, que para
algunos poetas constituye una forma necesaria y creíble de compensación.
Mientras que, en teoría, son desdichados en vida, serán recordados cuando todos
los demás hayamos caído en el olvido.
Ninguno de ellos pregunta por la
calidad de ese recuerdo; cómo será el quedarse agazapado en los oscuros
corredores de la mente de alguien hasta el momento en que tenga lugar el
recuerdo, o el que lo depositen de repente y para siempre de las praderas de la
oscuridad.
La mayoría de los poetas sabe muy
bien que no debe preocuparse por semejantes cosas. Saben que es más probable
que con ellos mueran sus poemas y que de estos nunca se vuelva a hablar, que
sean reemplazados por otros con un aspecto nuevo y con un lenguaje más
contemporáneo.
Sabe asimismo que, aunque mueran
incluso los poemas singulares, lentamente en algunos casos, la poesía
continuará existiendo: que su contenido, sus temas constantes, son menos
susceptibles de cambiar que las modas del lenguaje, y que aquí es donde podría
darse una inmortalidad alternativa, menos brillante.
Todos sabemos que un poema puede
influir en otros poemas, mantenerse vivo en ellos, de igual modo que en él viven
unos poemas anteriores. ¿No podríamos decir, por tanto, que un poema triunfa
del todo cuando fomenta su propia revisión y provoca su propia desaparición?
Sí, pero ¿es esto la inmortalidad o simplemente una forma resuelta de estar
muerto?