EL ARCO Y LA
LIRA. OCTAVIO PAZ. (FRAGMENTO)
Cuando el ritmo se despliega
frente a nosotros, algo pasa con él: nosotros mismos. En el ritmo hay un «ir
hacia», que sólo puede ser elucidado si, al mismo tiempo, se elucida qué somos
nosotros. El ritmo no es medida, ni algo que está fuera de nosotros, sino que
somos nosotros mismos los que nos vertemos en el ritmo y nos disparamos hacia
«algo».
El ritmo es sentido y dice
«algo». Así, su contenido verbal o ideológico no es separable. Aquello que
dicen las palabras del poeta ya está diciéndolo el ritmo en que se apoyan esas
palabras. Y más: esas palabras surgen naturalmente del ritmo, como la flor del
tallo.
La relación entre ritmo y palabra
poética no es distinta a la que reina entre danza y ritmo musical: no se puede
decir que el ritmo es la representación sonora de la danza; tampoco que el
baile sea la traducción corporal del ritmo. Todos los bailes son ritmos; todos
los ritmos, bailes. En el ritmo está ya la danza; y a la inversa.