ACUSE DE RECIBO
Querida compañera:
disculpe la tardanza en responderle.
No vaya usted a pensar que la he olvidado
ni vaya usted a creer que he preferido
sin más hacerme el loco.
Lo cierto es que en verdad no ha sido fácil
hallar una respuesta, bien que provisional
pero plausible, a tan arduas cuestiones.
Ojalá no sea inútil.
En cuanto al asunto de si es inevitable
asomar la cabeza, me temo que lo es.
Distinto cuando éramos apenas renacuajos
de mundos submarinos.
No parece que haya triunfado el avestruz
ni el topo con sus miedos recurrentes
ni, por mucho que nos coman, los gusanos,
sin norte y en tinieblas.
No se trata de asomarla sobre las otras,
ni de sobresalir en esta selva impía;
sino de que más bien en los pulmones
es esencial el aire.
En cuanto a si es preciso que en un punto concreto
del tiempo encomendado que nos cumple
se den las circunstancias todas juntas,
la cosa no está clara.
Según parece, aun siendo terminales,
hay una inclinación, una deriva
que controla el instinto
y nos lleva a salvarnos.
Por eso deambulamos por las calles anónimas,
por eso es que subimos las paredes,
por eso se nos nace un nudo en la garganta,
porque somos así.
Querida compañera:
no vaya usted a
pensar que la he olvidado.
Espero que esté bien,
escriba pronto.
Del poemario inédito: “Voces”
Imagen: Vermeer