SOBRE LA INCONVENIENCIA DE QUEMAR LAS NAVES
Si alcanzada la orilla quemas todas tus naves,
no olvides que en lo oscuro asoman los recuerdos
y los recuerdos tienen propensión al enroque.
Pudiera ser que un día en el vaivén de olas
el embrujo del agua te conmine a evocar
el roce de unas manos o el brillo de unos ojos.
el roce de unas manos o el brillo de unos ojos.
Tal vez algún paisaje, tal vez algún camino
por el que transitabas mirando las estrellas
y acaso sin quererlo te afloje el corazón.
Pudiera suceder que una tarde de lluvia
el olor de la tierra te empuje hacia las muelles
y el metal oxidado nomás te rompa el alma.
Imagen: Max Ernst.