POESÍA Y SUFRIMIENTO POR RAÚL
ZURITA.
Todas estas palabras:
sufrimiento, poesía, desdicha, infortunio, alegría, pesan en cierto sentido
como una especie de gran lápida desde el momento en que se pronuncian. Y en
general, dado que en última instancia en ellas están comprometidos los destinos
y las pasiones humanas, las emociones, no es extraño que se espere mucho de
ellas.
Sin embargo, es probable que la
poesía no sea sino esa forma de balbuceo casi ininteligible que quiere
precisamente acercar nuestras palabras para que encontremos en ellas una cierta
dimensión de nuestra existencia, una dimensión probablemente más amorosa, más
anhelante y más pura.
Creo que es eso, y voy a partir
con una dedicatoria del poeta Eliot, Premio Nobel, norteamericano, inglés de alma,
que en una parte, en un poema que se llama “Una Dedicatoria a mi Mujer”, habla
de aquellos amantes que piensan lo mismo sin necesidad del lenguaje y que
balbucean el mismo lenguaje sin necesidad de significados.
Entonces, probablemente en esos
dos versos, están sintetizados casi tres mil años de sueños, anhelos y de
posibles futuros. En rigor, el poema termina también como una frase que se
dedica a alguien, y nos hace pensar en cierto sentido que toda existencia en
realidad es una dedicatoria a alguien; que vivir, que respirar, que pensar, que
mirar….es probablemente el gesto más inmediato, más profundo, más vasto, de
dedicar el propio aliento, la propia respiración, la propia mirada al otro.
La dedicatoria termina: “pero
esta dedicatoria es para que la lean los demás; éstas son palabras privadas que
te digo en público.”
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