DOMINGO RIVERO. (1852-1929)
EL HUMILDE SENDERO
Nunca aspiré a la gloria, ni me atrajo
de la fama el estruendo,
ni soñé que mi nombre
pueda en su libro recoger el tiempo.
De esa ambición mi corazón no sabe...
Pero cuando contemplo,
por la noche, del campo en el retiro,
el humilde sendero
que hollaron pobres pies que ya descansan,
borrado en parte, que blanquea a trechos,
a la luz de la luna, y que condujo
a un apartado hogar, ahora desierto,
mi terrena raíz se reverdece
y acaso a veces pienso
con humana emoción: así quisiera
que en la tierra quedara mi recuerdo.
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