COMENTARIO DE LA PROFESORA LUCÍA AMBROGIO ACERCA DE “VOCES”
“VOCES” de José Miguel Junco Ezquerra.
Mercurio Editorial, 2020.
Prof. Lucía M. Ambrogio de
Pistacchia.
Coronda, Santa Fe, República
Argentina.
I.
Lo que sale a la luz
Experimentar lo poético es
un acto de elección que conlleva al descubrimiento y al goce estético.
Leer este poemario ha sido parte de un viaje
que supo a mar, a visiones, a universos paralelos, a ofrendas y aconteceres de la vida
misma.
La emoción lectora iba ascendiendo,
progresivamente, junto al carácter de
comunión con el paisaje interior de una historia colectiva, la del SUR:
epicentro de tradiciones, alentadas por la memoria de José Miguel Junco
Ezquerra.
El poeta propone en sus
puertas de acceso, a tres voces emblemáticas de la lírica: Rosario Castellanos,
Luis Cernuda y Wislawa Szymborska; haciéndonos
partícipes activos de un diálogo iluminador sobre su decir poético.
La modalidad de enunciación
valorativa queda expuesta así, desde el inicio del trayecto lector como un
amplio abanico sonoro.
Atrae con vehemencia la poética de la desolación que se desprende
de los versos de Luis Cernuda (1904-1963) en su intertexto elegido:
“…Sin
palabras, sin voces, /Sin decir, sin saber; /Últimas soledades que no aguardan
mañana…”
De este modo, los lectores
tienen la posibilidad de reinstalarse en la mítica Durango, una de las ciudades soñadas de Cernuda junto a su peculiar
tono elegíaco.
El marco propende a lo
paradisíaco, aspiración presente ya en diferentes circunstancias periodísticas, en
las que el poeta, José Miguel Junco Ezquerra,
a modo de homenaje, proyecta habitualmente la obra de los grandes de la lírica
del verso con que se ha formado.
Una vez más, su lente focaliza
en Luis Cernuda, quien inicialmente, había adherido a la Generación del 27, el
amor por la lírica española, asentada en una nueva mirada de Góngora, al culto
por la metáfora y la estética del verso (aunque sin ambages modernistas que
restasen la preciada naturalidad formal).
Y fue el mar, precisamente,
la vía de salvación para varios de sus compañeros de promoción, los que
arribaran a nuevas playas buscando refugio de aquellas facciones anarquistas y
proseguir con su destino creador. Tampoco faltaron quienes, habiendo asumido quedarse en
la España virulenta, terminasen luego, como víctimas del régimen opresor.
Cabe, en esta circunstancia
introductoria, una reflexión del poeta argentino, Roberto Juarroz (1925-1995) quien denominara a esta
corriente que le sucediera, como Civilización del desarraigo , advirtiéndonos de que la realidad está donde queremos que esté,
donde somos capaces de engendrar una forma.
II.
Lo que queda en la superficie
Así como la ausencia fue el
motor que encendió la lírica de toda una generación de poetas en exilio, en José
Miguel Junco Ezquerra será la
ofrenda u homenaje hacia aquellos que
consolidarían su vocación poética.
Sobresale el instante en que
su lente se posiciona junto a su avidez lectora, sumergiéndonos en las aguas
lorquianas: Te buscan bajo tierra
inútilmente; atisbando los Sueños de César Vallejo al
borde de su muerte, con el estremecedor ruego de quienes presentían la orfandad
de su pueblo en el relato de Pedro Rojas; o en la multiplicidad del poeta
portugués Pessoa y sus inclaudicables Heterónimos,
aquél del desasosiego hecho palabras, recordándonos también que por él
sabemos sobre las rosas en el jardín de Adonis…
Quizás sea el intento de
reivindicación del poeta lector, una especie de tributo que alisa la realidad,
pero sin llegar nunca a una lectura definitiva.
Una galería de personajes va cobrando vida ante nuestro paso por el
escenario de un relato, que indaga en posturas con indicios de un tiempo y su
devenir constante, así en:
“LA MUJER DE BLANCO”
Se
sentaba frente al balcón/ Y escribía árbol en el cuaderno./
Así
como es un árbol/ Con la savia y la raíz del árbol/
Con
el tronco del árbol/ Y las ramas del árbol/…Y se le llenaba de árboles el
cuaderno/ De hojas se le llenaba el cuaderno…
Éste es sólo un ejemplo de
cómo el poeta suele dejar explícita su concepción poética del paisaje, siempre
más sentido que visto, integrándolo como
vemos, a la creación misma. Sentimiento aunado al oficio de los seres que
llevan el conocimiento junto a la praxis cotidiana, otorgándole la fuerza de la
identidad de los hombres y el mar (símbolo mismo de la vida), presente
especialmente, en La poesía y la pesca.
Esa analogía pone de relieve,
en primer término, al Poeta como hacedor partícipe del sentido de hermandad
social y en segundo lugar, la conciencia de realidad ante los avatares posibles
de recepción lectora:
Los
cementerios marinos / están hasta los topes de cadáveres/ de poemas
inconclusos…
Y es la sensibilidad la
condición que lo caracteriza, atravesando al poemario, junto a una
incipiente esperanza por un mundo más
solidario, alzando su voz de reclamo por el derecho
a vivir de los dejados de la mano de Dios, en Mariposas o en Inservible, donde apela
a la negación como vil estrategia del accionar “humano”:
No
esconde uno la cara entre las manos/ante la visión de un pájaro caído…
La ausencia fija parámetros
intimistas que poseen el territorio de lo sagrado de los vínculos humanos, al filo de la noche, allí donde lo
impersonal trama una lírica que nos deja a la distancia, preservando
testimonios de un yo etéreo.
Las formas del silencio
hacen más leve su estilo, al igual que la métrica del verso libre, una decisión
asumida, deliberadamente, junto a su identificación con la poesía de raigambre
popular.
Y como herencia de los
grandes de la lírica española, el ritmo está asociado a sus versos mediante el
balanceo musical de sus anáforas y encabalgamientos de versos, naturalizando un
decir “musical” propio:
ESPEJISMO
Con
todo el mar al hombro era que iba/era que andaba por desiertas calles/era que
se ovillaba bajo un puente/con el brazo del mar sobre los hombros.
Y
el mar con sus espumas enrocado/Con sus buques de tiempos remotísimos/Con sus
muertos anónimos de pena/Con sus lamentaciones inaudibles.
Y
ella con todo el mar por esas lomas/Ella con todo el mar y sus heridas/ Ella
con todo el mar a la intemperie/Ella con todo el mar sobre los hombros.
…………………………………………….
¿Podríamos acaso, prescindir
de ese despliegue de asociaciones, que suman lo anecdótico a lo visual y lo sonoro?
Es visible a los lectores su
corriente de música y de ideas que subyace, en una especie de relato
contrastante con la realidad, la que sobrelleva “la mar” sobre sus hombros.
José Miguel Junco Ezquerra avizora un universo posible, en el que la intemperie ceda su paso
a la utópica conciencia del deseo lector.
* 1.Ref.James Valender. Luis Cernuda en México
.F.C.E. pág. 88.
* 2. Ricardo Gullón. La
poesía de Luis Cernuda.
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