ALGUNAS CONSIDERACIONES ACERCA DE
“ESTE COSMOS DE RAÍCES” DE PABLO SERGIO ALEMÁN FALCÓN.
Con “Este cosmos de raíces”, la
expresión de un trance que el autor experimenta al observar las esculturas
talladas en madera del escultor ecuatoguineano Fernando Nguema Medja, Pablo
Sergio Alemán continúa un proceso creativo cuyo origen se remonta al año 2015
con el poemario “Madera y metal”, curiosamente o quizá no tanto, estos dos
elementos, la madera y el metal, serán materia prima de “Este cosmos de raíces”
como símbolos de naturaleza virgen en la que el ser funde con naturalidad en
perfecta comunión y de especulación,
expolio, devastación y desarraigo en el caso del metal representado por las
excavadoras.
Un trance plasmado poéticamente por un autor con más recursos, más dominio técnico, más seguro y más capaz de establecer transacciones cuya complejidad no dificulta la percepción por el lector de un apasionante recorrido desde los orígenes: plenos, pletóricos, potenciadores de vida y creatividad hasta la recuperación, a través de la escritura, del espíritu de los mismos, tras la frustración que se experimenta frente a la especulación con la consiguiente devastación del paisaje.
En nueve
secciones en las que se combinan los endecasílabos con octosílabos y otros
versos de arte menor, Pablo Alemán da muestras de un sólido dominio técnico,
una amplia gama de recursos que se ponen en juego y, no menos importante, una
enorme sensibilidad que le permite transmitirnos la sensación de no saber si
quien “está hablando” es el autor en trance o si ese mismo trance lo ha llevado
a con-fundirse con el autor de las esculturas de madera, Fernando Nguema, que
en una entrevista al Diario.es declaraba: “Para buscar las maderas hay que ir a
la selva. En la selva las maderas tienen formas. Representan gentes de otro
mundo que no vemos (…) Miro así y digo: este es el título de la obra, por la
forma que tiene. Me meto en la selva y veo esas cosas”.
Como
muestra dejo este poema en el que, en mi opinión, se produce esa fusión, ese
mestizaje, esa suerte de “sincretismo”.
III
A Óscar
María Alemán Falcón,
quien más
pregunta por su ausencia.
“No. Un
padre no es mano
ni es
palabra
ni es
ojo”.
Manuel Padorno.
Ya no está Padre;
se lo llevaron a machetazo,
a machetazo etílico.
Todos preguntan,
pero Padre ya no está
y solo queda su hueco
en medio del poblado
con sus raíces
y unas cuantas hojas
para algún baile de la tarde.
A veces,
en otras fincas busco
su rostro,
el chorro de la savia roja
y el rico sabor de los frutos,
pero ya no está Padre
ni horadando la tierra
ni alabeando raíces
(que Padre ya no está).
Y preguntan por él,
pero ni yo sé qué es un machete,
ni una hendidura,
ni el grito silencioso,
ni el verso serpiente.
En verdad,
nunca supe de Padre,
de su aspecto,
de sus viajes desconocidos,
del vacío que dejó
en la tierra.
En verdad,
solo me valía la sombra
reposada del viento.
Pero Padre ya no está,
ya no está,
no está,
no;
y tú, Madre,
no me podrás decir
adónde se lo llevaron
para poder dormir en el hueco
de sus zapatos en ausencia.