jueves, 10 de octubre de 2019

ALGUNOS POEMAS DE “LA MUJER DE LAVA”. EDICIONES LA DISCRETA, 2016.


ALGUNOS POEMAS DE “LA MUJER DE LAVA”. EDICIONES LA DISCRETA, 2016.


REVERSIBLE

Tener conciencia diáfana
de estar al fin cayendo
como una hoja de otoño.

Tener la convicción
de la derrota
ineludible.

Después alzar los brazos
para horadar las nubes
que opacan las estrellas.

De modo que al caer
el cuerpo adopte
la postura tenaz del combatiente.

Que el último suspiro
sea un suspiro a la altura
del ser inconformista.



SENSACIONES

En la lenta e imperceptible
ondulación de los ojos
hay un atisbo de luz.

Tal vez sea que nació un río
y una imprecisa corriente
lo reflejó en la pupila.

O la nostalgia que brota
en la quietud de la noche
y el cuerpo se nos sacude.

O que entre el ser y el no ser
se intuye el verdor de un valle
y se afloja la mirada.

Tal vez, curioso atributo,
de tanta fragilidad
nos volvemos más osados.

O que en ignotas regiones
hace acopio el corazón
de sangres y emprende el vuelo.



 AFÁN DEL CARACOL

No es en los ojos, no es en la mirada
ni en el iris acuoso o la pupila
donde el afán del caracol reluce.

Sino en el peso enorme de los párpados
que arrastra lentamente
anónimo en la tierra.

No es en el corazón
ni en el collar nervioso
ni en la boca.

Sino en la elongación cuando el arrastre
se vuelve una tortura
y sigue, sigue, sigue.



 MÁS ALLÁ

Querer ir más allá de lo posible,
elongación del brazo
en las tinieblas.

Y ser un poco más de lo que somos,
un poco apenas más,
esa distancia.

Que la última memoria que nos quede
lleve impresa en el gesto
la vana extenuación.

Hijos ya de lo oscuro
hacer que en las orillas se insinúe
la íntima dignidad
de las cenizas.



 CRUZAR UN PUENTE

¿A qué recuerdo o acaso a qué nostalgia
te habría gustado parecerte mucho?
¿Al vuelo de qué pájaro, a qué río?
¿A qué color del mar cuando se mece?
¿A qué estación, a qué sacudimiento?
Y puestos a elegir, ¿a qué quimera?
¿Qué puente cruzarías en la noche
para abrazarte a quién en la otra orilla?



 EXIMENTES

Que sepas que te eximo de todo lo acordado.
Te eximo de tenerte que andar con mis cenizas,
te eximo de llevarme por siempre en la memoria,
te eximo de quererme más allá de los tiempos.

También de la promesa de no marcharte nunca,
de no sentir por nadie lo que por mí sentiste,
de tener que aprenderte tantísimos poemas.

Pero me gustaría que cuando arrecie el frío,
si ocurre que una tarde el mar llega a tus ojos,
me busques en el rítmico vaivén del oleaje
y digas sin pensarlo: "¡qué bien, ya te extrañaba!"



 PRECAUCIÓN

Me voy de tu memoria
no vaya a ser que un día
de un modo sorprendente
no pueda abrir los ojos.

Me voy para salvarme
de una muerte segura
en esos falsos cruces
que toman los olvidos.

Me voy porque el crepúsculo
empieza a desdecirse
y cuando se desdice
seguro que se apaga.

Me voy para que el tiempo
mantenga las opciones
de en una tarde gélida
volver a cobijarnos.



REPERCUSIÓN

Justo cuando iba a escribir
tu nombre a favor del viento
vimos seres que caían
bajo una lluvia infernal
próximos a la frontera.

Y el alhelí se murió
y se cerraron las bocas
y amparados en la noche
de pura rabia lloramos.

Justo cuando iba a escribir
tu nombre a favor del viento.



 DESOLACIÓN

Como los restos de un naufragio
por una mar sin alma,
como la cara de asombro del conserje
de la biblioteca de Alejandría
durante el incendio,
como la primera lluvia de meteoritos
en una noche ruin de un invierno irascible,
como los sorprendidos transeúntes
en la ciudad de Pompeya,
como el desfile hacia los crematorios
de las víctimas de la barbarie
y el desfile a ningún sitio
de los niños acribillados
por los descendientes
de las víctimas de la barbarie,
como mis paisanos cruzando montes
en la desolación de la derrota.
Así tu ausencia.



 IMPLICACIONES

En la disolución,
en ese trance anónimo,
también habrá memoria
y el llanto impredecible
y el miedo y la alegría.

Todo lo que de humano
nos cupo en la aventura
de haber sido.

No un simple acontecer
en el receso fatal de la materia.



 VENCEDORES

Pisaban, pisaban, pisaban,
incluso sin pisarnos nos pisaban,
como un decreto, así, de arriba abajo.

Las flores de los campos las pisaban,
pisaban cualquier signo de alegría.
Pisaban por pisar.

Los surcos los pisaban,
pisaban el afán de andar erguidos,
pisaban ese gesto.

El aire lo pisaban,
pisaban respirar desde lo hondo,
pisaban los pulmones.

Pisaban las ideas, las manos,
el ademán, la frente,
hasta la boca.

Incluso sin pisarnos nos pisaban,
como un botín de guerra.
Pisaban por pisar.













viernes, 4 de octubre de 2019

OPINIONES CRÍTICAS. JUAN JOSÉ SAER: POSMODERNOS Y AFINES.


OPINIONES CRÍTICAS. JUAN JOSÉ SAER. POSMODERNOS Y AFINES.
BABELIA (EL PAÍS) 16 FEBRERO 2002.


El posmodernismo considera las vanguardias como un movimiento dogmático. Pero la supuesta recuperación de la libertad tras esa tiranía no es más que la libertad de comercio ultraliberal que quiere eliminar todas las barreras que podrían obstaculizar la más salvaje competencia. En ese panorama, una obra de arte que vende y es aceptada por el público es superior a otra forma considerada elitista.

Algo es seguro: cuando se trata de definir la posmodernidad, los conceptos rigurosamente estéticos no abundan entre sus defensores. En cambio, las consideraciones históricas, sociológicas, políticas, periodísticas, culturales, pululan, y el justificativo principal de la actitud posmoderna vendría de un diagnóstico inapelable: la muerte de las vanguardias. Otros planteamientos que caracterizan al posmodernismo son el argumento cuantitativo aplicado a la difusión y a la recepción de una obra artística, y la reivindicación, como antítesis de las vanguardias, de una supuesta diversidad cultural, representativa del auténtico gusto de las masas en oposición al elitismo vanguardista. Hace poco, un ataque contra Pierre Boulez y la música contemporánea, se basaba en el argumento de que la producción de esa música era escasa y dirigida a un pequeño grupo de fanáticos, y que en cambio, la verdadera contemporaneidad incluía todo lo demás, en una lista heteróclita donde figuraban Ravel y la salsa, Francis Poulenc y la canción popular francesa, Richard Strauss y John Coltrane, etcétera. Ese argumento contra la vanguardia musical podía reducirse a un sofisma economicista: teniendo en cuenta el costo que suponía la experimentación musical, en instalaciones sonoras, computadoras, personal, etcétera, las escasas horas de creación anuales, y el poco público elitista interesado en ellas, esa música no era competitiva y resultaba por tanto antieconómica.

El posmodernismo considera las vanguardias como un movimiento dogmático, y con la restauración de cierto conformismo estético parece significar más o menos lo siguiente: puesto que las obligaciones que nos imponían las vanguardias ya no tienen vigencia, hemos decidido recuperar nuestra libertad. El posmodernismo es como un señor divorciado que, por no sentirse ya obligado a serle fiel a una esposa exigente, se lanza sin escrúpulos a frecuentar cabareteras. Semejante al agujero negro de los astrofísicos, su vacío teórico absorbió vertiginosamente los academismos y los resentimientos que habían sido relegados por el desenvolvimiento de las vanguardias a lo largo del siglo XX. Y si estamos obligados a referirnos al posmodernismo por medio de metáforas y de comparaciones, es justamente porque se trata de un fenómeno inasible desde el punto de vista conceptual. Su esencia misteriosa sólo es reconocible a través de sus rechazos y de sus efectos.

Su oposición a las vanguardias no es artística, sino supuestamente ética, política, cultural: a la tiranía irrazonable de las vanguardias, opone el democratismo posmoderno. En su chirle relativismo, los contrarios, si no siempre se reconcilian, existen en un plano de igualdad, de tal manera que, en su opinión, Isabel Allende y Juan Carlos Onetti, por ejemplo, son igualmente novelistas, y dentro de la lógica democratista que hace del público la instancia decisiva del proceso creador, la supremacía le corresponde al más votado, o sea, en el crudo lenguaje economicista que prevalece hoy día, al más vendido. La prioridad en arte del valor de cambio sobre el valor de uso define bastante claramente la concepción posmoderna.

Hacia 1840, Charles Fourier afirmaba ya que la civilización, etapa a la que ha llegado la sociedad moderna, no es más que la última forma, insidiosa y omnipresente, que asume la barbarie. Inversamente, el democratismo pretende hoy día que nuestra sociedad encarna el mejor de los mundos posibles. La tendencia posmoderna es un epifenómeno de la ideología ultraliberal, que a mediados de los años setenta subvencionó a ciertos historiadores para incitarlos a denigrar la Revolución Francesa o los movimientos tercermundistas, que no por haberse extraviado en estrategias equivocadas dejan de tener razón, como está poniéndolo otra vez en evidencia la así llamada mundialización, de la que Argentina podría ser uno de los más tristes ejemplos. Los ideólogos del ultraliberalismo pretendieron durante algunos años que habíamos llegado al fin de la historia. El democratismo posmoderno es la expresión de esa ideología trasladada a la cultura.

A pesar de su reivindicación de la libertad en arte, el posmodernismo está estrechamente ligado a la ideología oficial de los ultraliberales. Su democratismo -que no tiene nada que ver con la verdadera democracia, cuyas exigencias y responsabilidades éticas y sociales son irreconciliables con el liberalismo salvaje- se contenta con reivindicar las más blandas y vagas categorías del consenso, para el cual toda tentación de ruptura es inmediatamente excluida del debate. Así, por ejemplo, del mismo modo que el público -léase el cliente- es el juez supremo de la pertinencia artística, el academicismo se presenta como un nuevo clasicismo, y el discurso artístico se confunde con los valores de la opinión, de modo que, si tomamos como ejemplo a la literatura, los novelistas ya no necesitan buscar nuevos caminos formales o una visión inédita del mundo para ejercer su arte, sino que les basta con limitarse a reproducir la ideología, los valores y la situación social, étnica o cultural de su público. Los géneros cumplen en ese sentido el mismo papel que el envoltorio invariable de una marca de café: su finalidad es permitirle al cliente identificar claramente el producto que está buscando. La famosa emancipación posmoderna de la tiranía de las vanguardias no es más que la libertad de comercio ultraliberal que quiere eliminar todas las barreras que podrían obstaculizar la más salvaje competencia. Esa competencia, por otra parte, no se atiene a ningún código; las reglas mundiales del comercio sólo benefician a los que ya gozan en el mercado de una posición de privilegio.

En el posmodernismo, el artista deja de ser el artesano en que lo había transformado la era industrial para volverse una especie de pequeño empresario. Ya no hay movimientos literarios reunidos en torno a una filosofía o a una estética, como el romanticismo, el expresionismo, el surrealismo, etcétera, sino sólo cuentapropistas aislados que suministran su mercancía de acuerdo con las demandas del mercado -lo que se vende en el momento o lo que perpetúa la imagen de marca de tal o cual autor- y que producen varias mercancías diferentes, según los destinatarios, como por ejemplo los diarios o las colecciones especializadas en distintos géneros (histórico, policial, erótico, etcétera), e incluso hasta trabajan sin firmar, como guionistas, adaptadores o escritores fantasmas que les venden materia prima literaria a todos aquellos que, sin saber escribir, quieren también producir literatura. Lo que no les impide, si el trabajo por encargo se vuelve superior a su capacidad de producción, contratar a su vez personal suplementario para que lo realice en su lugar.

Es obvio que este estado de cosas, propio de la sociedad mercantil, es anterior a la ola posmoderna: lo que ocurre simplemente es que, lo que antes era considerado como envilecedor para la actividad literaria, con su religión del público, su rechazo de la oscuridad y de la complejidad formal, el posmodernismo de hecho lo legitima. En realidad, cada vez que una supuesta teoría exalta al público y exige su respeto por parte del artista, lo más probable es que sólo se trate no de un alegato estético, sino de una actitud demagógica tendente a justificar alguna inconfesable tergiversación. Porque en definitiva, aunque simule liberar al público de la tiranía de las vanguardias instaurando una libertad estética que decrete abolida de una vez por todas, en la glaciación final de la historia, la querella de los clásicos y los modernos, la propaganda posmoderna no es más que una tentativa de normalización.

NO FUE NI LA PRIMERA NI LA ÚNICA

Durante el siglo XX: el estalinismo, el capitalismo y el nazismo aportaron en su momento su colaboración a la condena de las vanguardias. En los años que precedieron a la Segunda Guerra Mundial, el proceso de normalización es evidente. Después de la brillante eclosión vanguardista durante la Revolución rusa de 1917, la grotesca planificación seudo artística del realismo socialista llegó para acabar con toda tentativa de diversidad filosófica y estética; con su innoble elucubración sobre el arte degenerado, los nazis pretendieron condenar las más importantes creaciones artísticas, científicas y filosóficas del primer tercio de siglo, y, por los mismos años de la década de los treinta, un complicado y férreo sistema de censura transformó al cine norteamericano en un dócil instrumento de propaganda haciéndole adquirir hábitos que ni siquiera hoy, treinta años después de haberse liberado de esos códigos, la industria de Hollywood, a pesar de su presunto desparpajo político, moral y sexual, ha sido capaz de superar.

Esos actos terroristas disfrazados de teorías estéticas también eran posmodernos: llegaban para combatir todo lo nuevo en el arte y en el pensamiento invocando una supuesta orientación que la mayoría reclamaba, y para restaurar valores pretendidamente populares, basados en la tradición, en la claridad, en el mensaje positivo, en el folclore.

En el democratismo no se prohíbe nada o casi nada: se aplasta toda tentativa de independencia a partir de una posición de predominio económico, informativo, institucional. El arte es marginalizado, y para los productos industriales, la publicidad masiva y omnipresente y la comunicación empresarial dirigida a los medios, donde ya está sugerido de antemano lo que hay que decir del producto, vuelven superflua a la crítica.

La inutilidad de establecer las distinciones apropiadas, los posmodernos quieren trasladarla al plano artístico propiamente dicho. Implícitamente, para ellos, para volver al ejemplo utilizado más arriba, Isabel Allende y Juan Carlos Onetti son igualmente novelistas. Esa identificación notoriamente inadecuada quizá no sea una grosera tentativa de nivelación, sino apenas un síntoma de impotencia: el sumario alegato que contiene en favor de una mayoría fantasmal llamada público revelaría en ellos la ausencia de los conceptos necesarios para permitirles aprehender las evidentes diferencias.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 16 de febrero de 2002.


martes, 7 de mayo de 2019

NOTAS SOBRE "LA FIESTA DEL TEDIO" DE ELISA RODRÍGUEZ COURT.




















NOTAS SOBRE “LA FIESTA DEL TEDIO” DE ELISA RODRÍGUEZ COURT.


Tras una ruptura amorosa, aún con las secuelas del naufragio, en una habitación blanca una mujer  “coge el tiempo en sus manos” y reflexiona sobre lo ocurrido.

La fiesta del tedio, tercera novela de Elisa Rodríguez Court, no es, sin embargo, una narración lineal. La ruptura de la relación amorosa no es sino el pretexto del que se vale la autora para de manera fragmentaria conjeturar sobre la vida misma.

Supe y no supe lo que iba a ocurrir. Me he dado cuenta después de tomar el tiempo en mis manos. La narradora, que es a la vez uno de los dos personajes principales de la obra, va refiriendo en primera persona aspectos de la relación ahora rota. No para saldar cuentas, no para justificarse, sino más bien como un ejercicio de recomposición personal que le permita “coger aire” para seguir.

A lo largo de la novela, el otro miembro de la pareja es interpelado constantemente. Alusiones y diálogos en diferido que sirven de ejemplificación a la hora de encarar sentimientos y sensaciones que sobrepasan la relación en sí.

Él y yo nos miramos un instante mientras los demás se quitan la palabra. En ese cruce de miradas me parece que se concentra la comunicabilidad de dos soledades”. El fantasma de la soledad que conduce a la búsqueda de un modo de conjurarla pese al presentimiento de que tampoco esta vez resultará.

Un espacio constreñido, casi claustrofóbico, una habitación blanca, es el marco en que tiene lugar el ejercicio de reflexión y recomposición antes señalado:

Todo blanco y en silencio, como un aviso de la vida que transcurre para cesar.

Un proceso tan necesario como doloroso a través del cual se van diseccionando las distintas etapas de la relación. Desde unos inicios prometedores a la aparición de los primeros síntomas de resquebrajamiento con una fase final que se prolonga pese a la evidencia de que la ruptura es ya irreversible.

En la etapa inicial descubrimos cómo el arte, en concreto la literatura, será un punto de unión y fortalecimiento en la relación de la pareja. Ambos comparten la afición por la lectura y ambos son lectores empedernidos para los que la literatura no es únicamente un entretenimiento sino algo trascendental en su manera de entender la vida.

Cuánto tiempo dedicado a la lectura durante aquellos meses. Cuántas conversaciones en torno a la literatura, epicentro del amor y asimismo de lo que vino después, creo. No niego que él fue para mí un gran maestro…Leo y escribo para mí, en privado. Un sinfín de escritores me acompaña en este trayecto ciego. Sin ellos estaría aún más sola.

Una característica en la obra de la autora es, al igual que ocurre con Roberto Bolaño, Enrique Vila-Matas o Ricardo Piglia, la de hacer de la literatura un elemento esencial en el proceso creativo. Por eso, no es extraño que en la novela los diferentes tempos de la relación estén jalonados por alusiones a autores y pasajes concretos de sus  obras. Entre esos autores sobresale la figura de la escritora brasileña Clarice Lispector a cuya memoria está dedicada.

Esta característica “la heredará” la narradora que declara su firme y decidida apuesta por una lectura activa, intertextual y vinculante.

Procuro ayudarme de un cuaderno donde anoto citas robadas de los libros. Me inspiro en ellas. A veces las uso y no menciono sus fuentes. Va siendo hora de cobrarles, como lectora empedernida que soy, algún peaje a los escritores. ¿Qué sería de sus obras si no existiera la figura del lector? El autor, además, muere cuando nace el lector.

Dos posturas se contraponen entre los miembros de la pareja. A ella le molesta que él trate de mitificar el inevitable fracaso para justificar su inacción  y atonía. Le parece que teoriza sobre el mismo para, de algún modo, darle un sentido heroico  a su pasividad.

Este hecho, que en los inicios de la relación no parece representar un impedimento, se irá manifestando como crucial en el paulatino deterioro  de la convivencia. Lo que inicialmente el enamoramiento “perdona” terminará por pasar factura.

Quería vivir en lo atonal. Eso dijo. Se expresaba con frecuencia de una manera bastante críptica. ¿Has leído, me preguntó, La pasión según G.H.? Debió de percibir cierta extrañeza en mi cara. Sí, chica, de Clarice Lispector. Te gustará. Me habló de esta escritora brasileña que yo aún no conocía.

Esto es significativo porque la relación de poder que se establece al principio, en la que uno hace de Pigmalión y la otra de aprendiz, irá dando paso a otra en la que la admiración es sustituida por el rencor, la burla o la ironía.

Las discusiones se sucedieron solo en contadas ocasiones, casi siempre por tonterías, durante los primeros meses. Al principio, nunca. El rencor que experimenté al cabo del tiempo hacia su persona era del todo injustificado y, sin embargo, superior a mis fuerzas.

El intento de mitificar el fracaso dándole un sentido cuasi épico contrastará con la visión de la narradora que, asumiendo su inevitabilidad, rechaza la interesada teorización de su pareja.

El fracaso era para él una forma de heroísmo. ¿Crees que es fácil fracasar? preguntó. De ningún modo, dijo, negando con el dedo índice, y continuó con su razonamiento. Supone un trabajo enorme. Hay que esforzarse antes por subir y subir la montaña hasta alcanzar una muy considerable altura. Entonces, solo entonces, se entrega uno a la caída. Expresé mi discrepancia con sus apreciaciones. Consideré muy esquemática su idea del fracaso y se molestó un poco.

En realidad, él ha ido adaptando interesadamente el sentido real de las obras de Clarice Lispector a sus necesidades. Ella lo irá descubriendo en la medida en que se vaya adentrando en la lectura y conocimiento de las obras más relevantes de la autora brasileña.

Clarice Lispector no niega, sin embargo, el anhelo. Despersonalizarse supone para ella una pérdida de los elementos innecesarios, a la vez que un modo de afrontar con lucidez y valentía el abismo. La renuncia es una revelación y la esperanza se cumple a cada instante, escribió esta escritora que amaba un renovado contacto con la vida.

No faltan las consideraciones autocríticas en ese duro ejercicio de inmersión.

En este lugar donde me hallo puedo diseccionar a voluntad cualquier vivencia. No pongo en duda el carácter dudoso de mis recuerdos. ¿Quién escribió que la memoria se comporta a menudo como un perro estúpido al que le lanzas un palo y te trae otra cosa? La mía es un perro salvaje que no atiende al lanzamiento del palo y exige carne cruda y sangre caliente.

Un estilo sobrio, un lenguaje exento de preciosismos, un modo de decir que huyendo  de lo lineal apuesta por un enfoque fragmentario, son algunos de los recursos de los que se vale la autora para presentarnos este viaje introspectivo, de búsqueda y recomposición en el que la propia literatura se erige en protagonista.

Un  viaje hacia los mundos interiores, hacia esas zonas en las que habitan los fantasmas de la soledad, la fragilidad, el temor, el tedio…Tal vez con la convicción de que al verbalizarlos sus efectos se atenúan. Un viaje de evocación y redención que se emprende en la compañía de un sinfín de escritores que de alguna manera mitigan el sentimiento de soledad que embarga a la narradora en la habitación blanca donde rememora lo que fue La fiesta del tedio.

martes, 16 de abril de 2019

ALGUNOS POEMAS DEL LIBRO: CIERTA FORMA DEL VIENTO...,2011.


ALGUNOS POEMAS DEL LIBRO: CIERTA FORMA DEL VIENTO EN LOS CABELLOS. 2011.


ALZHEIMER

Nos vemos en Nadville cuando anochezca,
justo en la intersección de dos abrazos,
donde la sangre busca a sus homónimos
y el cuerpo en general se reblandece.

Yo llevaré memorias fragmentadas,
lleva tú lo que guardes del deseo
y alguna provisión para el camino
que puede resultar largo y abrupto.

Tal vez, si aún tengo brotes de cordura,
me ponga tu bufanda preferida
y aquella flor ajada en la chaqueta
junto a papeles y otras inquietudes.

Tú no te olvides de llevar la lluvia
ni la resolución en la mirada
ni los resquicios de la hierba al viento
ni las cóncavas palmas de las manos.

Si acaso por razón de tiempo y forma
alguno de los dos se descompone
que el otro solidario lo acompañe
hasta un lugar seguro.

¡Qué no se sienta confundido y solo!



LAS ROCAS EN QUE VIVO HAN GENERADO
un curioso y preciso movimiento:
se buscan con las manos bajo el agua
y tejen una red imperceptible
de lazos y junturas fraternales.
Saben que la distancia es el olvido
y el mar es mucho mar para andar solas.



DE MI MADRE MUY JOVEN

De mi madre muy joven recuerdo que volaba
meciéndose en las liñas de una incierta azotea,
susurrando con mimo canciones melancólicas
que hablaban casi siempre de amores separados.

Un prodigio en el arte de pulir la madera
sobre la que volcaba sus manos poderosas
hasta sacarle el lustre que le correspondía
con un cepillo mágico que guardaba con celo.

Como una partisana en un febril combate
se ponía de rodillas armada hasta los dientes
sin casi apenas cera y una antorcha en los ojos
para alumbrar el brillo de aquellos escalones.

No logro recordarla contemplando el paisaje
o asomada al balcón a la luz de la luna,
procedía de una estirpe tenaz y luchadora
combatiendo en el bando de las cosas que cuentan:

coser los agujeros, como quien cose nubes,
a viejos calcetines que se sobrevivían,
devolver a las plantas su verdor y su brío
y aprovechar la lluvia para ocultar el llanto.



NACER POR POCO

A veces pienso que nací por poco.
Por nada, por nacer, por la costumbre.

No como hay que nacer: a grito en pecho,
a corazón batiente, a dentelladas,
sino más bien bajito y asustado
como para morir en un suspiro.

A veces pienso que nací de noche
para garantizar que el sol dormía
y no me iba a morder antes de tiempo
el débil corazón del que colgaba.

A veces pienso que nací esquinado,
circunspecto, dispuesto a regresarme,
como si la cabeza una vez fuera
reivindicara su retorno urgente.

A veces pienso que nací por poco
y mientras más lo pienso más me miro
no vaya a ser que de cintura abajo
esté medio enterrado en otro mundo.

A veces pienso que nací por poco.
Por nada, por nacer, por si las moscas.



PERDER LA CABEZA

No sé por qué han llegado por sorpresa a mi mente
los confusos recuerdos que guardo de cuando perdí la cabeza.

No por una mujer, ni bajo la inclemencia de la guillotina
en pleno fervor revolucionario, con las masas exultantes
entonando canciones y bebiendo junto al fuego en invierno.

No, sino que más bien la perdí literalmente; la dejé olvidada
en un verso de un poema que no sabía resolver
y seguí mi camino, ya descabezado, hacia el olvido.

Mucho después, cuando la pude recobrar,
supe que iba de una lugar a otro y que la gente se asustaba,
y los niños salían despavoridos llamando a sus padres.

Me llevaron primero a un hospital psiquiátrico
y estuve sometido a un sutil tratamiento
de retorno por inducción sin resultado.

Después, según parece, me mandaron a la cárcel
por indocumentado y provocador pasivo.
Pero tuvieron que ponerme en libertad,
porque parecía que me habían condenado a muerte
y en el momento de la ejecución
les había salido una chapuza.

Con el tiempo, observando, me dicen,
que en realidad yo era pacífico,
estuvieron a punto de donarme a un laboratorio
de expertos en rehacer cabezas.

Hasta que una mañana, reluciente y febril,
según cuenta mi abuela, que estaba siempre al loro,
se escuchó a mi cabeza pronunciando con énfasis:
¡De un eterno soñar a silente vigilia!
Era el verso causante de todo aquel enredo.

Debajo estaba yo, según dice mi abuela,
completo y sin secuelas aparentes.




















viernes, 22 de marzo de 2019

ALGUNOS POEMAS DEL LIBRO: OASIS. 2014.






















ALGUNOS POEMAS DEL LIBRO: OASIS. 2014.



SIN TI

Yo sin ti no me apago,
no me dejo en la sombra,
no agonizo de pena,
no me pongo imposible,
no renuncio a la vida,
no amenazo con nada.
Ni me ovillo en rincones,
ni me siento perdido,
ni me saco los ojos,
ni lamento mi suerte.
Yo sin ti no me aburro:
simplemente me muero.




BOLERO

Si otra vez al destierro nos condena la vida
y se rompen las puentes y se queman las naves,
yo ya sé que tú sabes que el volar de las aves
está siempre al acecho de una piedra perdida.
Que los lazos nacidos en amor no se olvidan
aunque el nudo nos deje en el alma una herida
y se torne candado y se cierre con llave.
Si otra vez al destierro, yo ya sé que tú sabes.




SECRETO

Aunque no se me vea ni tan siquiera un ojo,
ni tan siquiera sombras, ni el pelo, ni la frente,
aquí en este poema yo estoy cruzando un río
desnudo y sin más peso que el peso de mi cuerpo.

Aunque no se le vea ni tan siquiera un brazo,
mucho menos los pechos jugando con las olas,
aquí en este poema una mujer desnuda
sin más peso que el aire me espera en la otra orilla.

Aunque no se nos vean las manos enlazadas,
justo aquí en esta estrofa, volcados en la hierba,
estamos consumiéndonos sin más peso que el gozo.
Ocurre que este verso lo cruza un colibrí.

Al fondo, imperceptible, el mar, desdibujado,
y arriba a la derecha el blanco de las nubes.




TRANSACCIÓN

Yo primero le ofrezco 27 poemas,
todos nuevos y escritos con el alma en la mano.
Usted va y los mastica a luz de la luna
y yo cojo y la beso largamente en la boca.
Si después se arrepiente negociamos de nuevo
que yo puedo ofrecerle hasta 30 seguro.
Eso sí, ya la boca se me queda pequeña.




UN POEMA PERFECTO

Yo le quise escribir
un poema perfecto
a tus ojos de trigo.
¡Qué cabeza la mía!

No advertí que tus ojos
destilaban la esencia
del vocablo imposible.

Unicornio soñado
en los bosques salvajes
de las noches de luna.
¡Qué cabeza la mía!

El poema perfecto
tenía sede y refugio
en tu misma mirada.
¡Qué cabeza la mía!




NO TE VAYAS

No te vayas,
si me rompo
no te vayas.

No te vayas
si me pierdo,
no te vayas.

No te vayas
si de oscuro,
no te vayas.

No te vayas
si me apago,
no te vayas.

Si me ovillo
no te vayas,
no te vayas.

Si de pena
no te vayas,
no te vayas.

No te vayas
si imposible,
no te vayas.

No te vayas
todavía
que estoy
buscando
los ojos.

Si te marchas
seguro
que me hago nieve.







lunes, 4 de marzo de 2019

ALGUNOS POEMAS DEL LIBRO: EL HOMBRE DE SALITRE Y OTROS POEMAS.






















ALGUNOS POEMAS DEL LIBRO: EL HOMBRE DE SALITRE Y OTROS POEMAS. HUERGA &FIERRO. (2000)


EL HOMBRE DE SALITRE

I

En esta isla desértica
dunas díscolas visten
un embarazo verde, deseado.
Es más tierna la tarde.
Las nubes se amontonan
en un punto impreciso
donde ponen bufanda a las montañas
y los alisios dejan posdata entre las cumbres.
El hombre de salitre en lo más hondo
siente que acaso el mar tendrá consuelo.


II

Siente que acaso el mar tendrá consuelo
y el hombre de salitre lo celebra.
Abre los ojos, le llueven peces de colores,
barcos que ya no son, redes caducas,
cadáveres que el agua ha conservado.
Extiende el brazo, cura las heridas,
interpreta las señales del sol
y compadece el torso de las olas
sobre el que se cimbrean
ateridos delfines.


III

 Ateridos delfines
se cimbrean en tablas especiales
traídas por modernos invasores
que vinieron un día desmesurado
a poner muros  entre el cielo y los ojos,
cemento a las montañas,
hendiduras al mar,
cerco a los peces.
El mar enfurecido abandonó la orilla
y se hizo fuerte detrás del horizonte.


IV

Y se hizo fuerte detrás del horizonte
con la firme promesa de ya no regresar
hasta que los corales recobraran su brillo.
Peces agonizando en las orillas,
gaviotas mutiladas, velas rotas,
invocaron al hombre de salitre.
El hombre de salitre bajó de la montaña,
en las trincheras vio para su asombro:
sueños a medio hacer,
barcos sin rumbo, islas que nunca fueron,
volcanes ya rendidos en el barro,
memorias remotísimas,
dolor a manos llenas, pisadas ancestrales...

V

El hombre de salitre fue al encuentro del mar.
Habló la caracola:
el mar pedía aire limpio, la luz que siempre tuvo,
demolición gradual de las murallas,
la vuelta de las dunas,
aire para los peces.
El hombre de salitre firmó con la promesa
de no bajar ya más desde las cumbres
si incumplía lo pactado.

VI

Volvió el mar a la orilla.
El hombre de salitre ya nunca volvió al mar.
A veces lo visitan las gaviotas,
se posan a su lado y le refieren
penas que dignamente el mar arrastra.
El hombre de salitre escucha, calla, llora...
Lágrimas que de noche expande el viento.




DE TODOS SUS POSIBLES ENEMIGOS,
a ninguno temía como a su sombra:
el lado más oscuro.


FOLD-IN

Ha William Burroughs
autor desnudo del almuerzo
muerto.


INVENCIÓN DE LA ESCRITURA

Dejemos, dioses, el pacto rubricado:
garanticen el sol y las crecidas.
Nosotros cumpliremos sus caprichos.


LA CASA VIEJA

Me vende dueño desaprensivo, ingrato.
Por favor, no me compren,
quiero vivir tranquila
el tiempo que me quede.


AMORES LEJANOS

Podada la palmera, el hombre la acaricia
quitando lentamente las virutas.
Me acordé de la tarde en que éramos muy jóvenes
y yo te acariciaba suavemente los pechos.

PRESENTIMIENTO

Si me faltara el aire y no pudiera
seguir el corazón empecinado
en dar vueltas y brincos y latidos,
¿tú crees que habré dejado algún recuerdo?
Y si es así, ¿en qué ojos?
Y tú, ¿cómo lo sabes? 


viernes, 25 de enero de 2019

ALGUNOS POEMAS DEL LIBRO: HACER LAS PACES. 1994.


ALGUNOS POEMAS DEL LIBRO: HACER LAS PACES. 1994


MIENTRAS DUERMES, APACIBLE, SERENA,
los grandes mandatarios se reparten
la renta de tus sueños.



LLEGARÁN LOS SULTANES A SACARTE
petróleo de los ojos
y pagarán en dólares tu llanto.


LA VIDA VALE NADA EN MOZAMBIQUE

Coloque usted una pluma en la balanza,
al otro lado un hombre.
Si la balanza cede del lado de la pluma:
eso vale la vida en Mozambique.



SI VIENEN POR LA MAÑANA…
   
“If they come in the morning”…
                        Angela Davis.


Si vienen por la mañana,
que sea el cartero
a traerte noticias de un amigo.

Que sea la vecina a preguntarte
si a ti te queda agua en los bidones,
si crees que va a llover.

Que sea una antigua novia
que sufre de nostalgia
y quiere verte.

Que sea el panadero
a recordarte que a partir de mañana
el pan será más caro.

O alguien que está muy solo
y necesita hablar
y que lo escuchen.

Pero que no sean ellos.
Ellos no, ni su sombra.
¡Que nunca más sean ellos!



APENAS SÍ NOS QUEDAN
provisiones de sueños para un mes.
Cuando termine el plazo
empezaremos a comer los días.