LOS VERSO PERDIDOS DEL
CONTRAMAESTRE DEL ARCA
AUTOR: PEDRO FLORES.
EDITORIAL: MACLEIN Y PARKER
MIRTO POESÍA. SEVILLA, 2017
EL DILUVIO Y LA DESOLACIÓN
Recién editada la espléndida
antología “Salir Rana” en una cuidada selección del poeta Vicente Gallego,
Pedro Flores vuelve a sorprendernos con la aún más reciente publicación de Los versos perdidos del contramaestre del
arca.
La imagen bíblica del diluvio
universal como sinónimo de deshumanización
y pérdida de la dignidad del hombre sometido a un proceso de imposiciones que conduce a la
desolación, a la uniformidad y domesticación como elementos de control que
dificultan en gran medida vivir en plenitud ejerciendo libremente las
capacidades inherentes a la especie:
Todas las bestias emparejadas, /todas las criaturas de dos en dos. /Pero
tú y yo…qué lástima: yo/en la proa oteando el horizonte/ y tú en la popa
mirando el desastre.
La ironía, ese recurso tan
magistralmente utilizado por el autor, cada vez más sutil, cada vez más
desgarradora, más incisiva e inquietante.
Ese “viaje” obligado bajo la
lluvia intensa en el que el miedo, la zozobra, el horror, llevan a tomar
conciencia del peligro que acecha, la ruptura del equilibrio, la posibilidad de
la aniquilación.
Poemas que se suceden con las palabras precisas, sin adornos o metáforas más o menos artificiales, sin que uno tenga la impresión de que algo sobra o de que algo está siendo utilizado como parte de un juego poético. No hay juego, sino vivencia; no hay florituras sino sabia y precisa combinación de palabra, ritmo y tono.
Un “Ulises” que viaja sin la
protección de los dioses, que experimenta la soledad y se ve impedido de vivir
el amor porque su esencia ha sido desvirtuada por la reiteración de los hechos:
La leona y el león, /el perro y la perra, /…/Y yo sin ti bajo la
lluvia.
Una cierta impotencia que conduce
a la desolación y al llanto. La misma desolación que viven en
estos tiempos tantos seres humanos que tratan de buscarse la vida viajando en
sus “maltrechas arcas” con el temor de no saber si llegarán a tierra o “desaparecerán”
entre las aguas oceánicas en el intento:
Fueron mis ojos/ ayudantes de la lluvia.
Fueron mis ojos/ ayudantes de la lluvia.
El amor como único posible
antídoto a la despersonalización y la desesperanza:
Te buscaré/entre las ruinas del desastre, /miraré cara a cara a cada
ahogada/hasta encontrar tus párpados azules/ y poblaremos el mundo/de
quiméricos seres, / tu recuerdo y yo.
“El compromiso del contramaestre” que, contra la evidencia de los hechos, alberga sueños de otra vida posible. Pérdida
y rebeldía, desolación y esperanza.
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