TÍTULO: CASCARA DE NUEZ
AUTOR: IAN Mc EWAN
EDITORIAL ANAGRAMA
HUMOR Y CONFLICTOS MORALES
Asiduo lector de Ian Mc Ewan, me
sorprende su capacidad para cambiar de registros sin que la hondura y
coherencia de la trama se resientan. Un humor que en algunos pasajes tiende a
provocar hilaridad y que al tiempo no es óbice para plantear temas que afectan
a los conflictos morales de los personajes.
Un feto, que acaba de girar la
cabeza hacia abajo en el vientre de su madre, es testigo privilegiado y
narrador de una historia en la que su madre, Trudy, y el hermano de su padre,
Claude, planean asesinar a John, su padre, para quedarse con la propiedad de la
casa de éste y venderla a un precio millonario:
Así que aquí estoy, cabeza abajo dentro de una mujer. Aguardo con los
brazos pacientemente cruzados, aguardo y me pregunto dentro de quién estoy, qué
hago aquí.
El feto, a través del vínculo que
mantiene con su madre, se va haciendo consciente de lo que está ocurriendo en
la que será su futura familia. O no será, porque su padre corre el peligro de
ser asesinado si los planes de Trudy y Claude (que son amantes) se cumplen.
La afición de la madre por
escuchar la radio y los audiolibros, le permitirá tener una información
detallada del estado del mundo en el que va a nacer y en su todavía pequeño
cerebro se va instalando un cierto escepticismo respecto a su futuro:
Empujado por una compulsión autodestructiva, escucho atentamente los
análisis y discrepo. No me aburren las repeticiones cada hora ni los resúmenes
cada media hora.
El gusto de su madre por el
vino, que bebe moderadamente para no dañar al feto, convierten a éste en un entendido en la
materia y casi en un alcohólico prematuro.
No comprende cómo su madre tiene
al tío Claude, un tipo bastante vulgar, por amante. Menos aún su disposición a
asesinar a su padre, un poeta que hace gala de una enorme productividad
creativa y que, aún enamorado de Trudy, insiste en recitarle en voz alta sus
poemas. Requerimiento al que ella se niega con reiteración.
Su momento de mayor congoja
ocurre cada vez que Trudy y Claude hacen el amor porque se ve sometido a
extraños movimientos que ponen en riesgo su estabilidad física y emocional:
Trudy, obediente, se ha puesto a cuatro patas…él se le pega a la
espalda como un sapo en celo…nada es lo mismo este mediodía…Esto no es el
habitual encuentro, breve y frenético, que podría amenazar la integridad de un
cráneo totalmente nuevo. Más bien es un ahogamiento pegajoso, como algo
meticuloso que se arrastra por un pantano.
El instinto de conservación lleva
al feto a ponderar la posibilidad de que finalmente los planes de su madre y su
tío no se cumplan y él puede venir a la vida en unas condiciones de seguridad
aceptables.
Las noticias que le llegan del estado del mundo no resultan para nada tranquilizadoras, pero se consuela pensando que después de todo le podría haber tocado nacer en un lugar mucho más miserable que el de Gran Bretaña, donde al fin y al cabo tendrá unas condiciones de vida “civilizadas”.
Intentará por todos los medios
actuar para que el destino que le espera a su padre no se cumpla, intentará
incluso, aunque sin éxito, el suicidio. Sin embargo, su limitada capacidad de
movimientos le impide ser efectivo en su determinación:
Sentiré, ergo seré. Que la pobreza mendigue y que el cambio climático
se cueza a fuego lento en el infierno. La justicia social puede ahogarse en
tinta. Seré un activista de las emociones…
Tendrá que ir armándose de valor,
mantenerse alerta y esperar que los acontecimientos no se produzcan del modo
que están planeados.
Hay cosas que no alcanza a
comprender y escribe una carta a su padre anunciándole el destino que le
espera, aunque él nunca la podrá leer.
Humor y conflicto, comedia y
dramatismo en una trama insólita que el autor resuelve con maestría y en la que
el lector queda atrapado hasta el inesperado desenlace final.
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