DEL ALQUIMISTA
Saben positivamente, los que de
tales cosas entienden, que en la ciudad de Aquisgrán, y a fines de la Edad
Media, un judío alquimista halló el secreto de no envejecerse. Fortalecido por
su pócima, que le permitiría vivir en todo vigor ciento cincuenta años más que el
común de los hombres, dedicó la plenitud de sus días a buscar el secreto de no
morirse. Dicen que lo halló, y que desde entonces, oculto en su oscura covacha,
tropezado de telarañas y surcado de grueso sudor, busca aquel veneno poderoso
sobre todos que le permita, al desgraciado, morirse.
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